El pasado 12 de octubre, justo antes de rezar el Ángelus dominical, el papa León XIV expresó su alegría por el inicio del proceso de paz en Gaza y animó a “las partes implicadas a seguir con valentía el camino marcado: el camino del diálogo”. “Se ha encendido una chispa de esperanza en Tierra Santa”, exclamó el Santo Padre ante cientos de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano.

Esa esperanza, que parecía imposible hace solo unas semanas, vuelve a brillar gracias, entre otros, a quienes no se marcharon. Como el padre Gabriel Romanelli y los sacerdotes y religiosas de la parroquia de la Sagrada Familia de Gaza, galardonados con el “Premio Silvestrini” por su compromiso con el diálogo y la paz. Como ha manifestado el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado vaticano, estos religiosos “representan para la Iglesia y el mundo un signo de esperanza”.

El padre Romanelli y el sacerdote argentino Carlos Ferrero, provincial del Instituto del Verbo Encarnado, estaban fuera de Gaza y “desde Belén hicieron todo lo posible por regresar y compartir la suerte de sus fieles”. Su testimonio nos recuerda que, incluso en las situaciones más trágicas, en las que parece prevalecer el odio, siempre hay una presencia. Y en este caso, “es la presencia cristiana, una luz de caridad que da esperanza al mundo”, afirmó el cardenal Parolin.

Cáritas Jerusalén también estuvo al lado de las personas más vulnerables durante los últimos y terribles dos años. Sus equipos médicos y sociales en Gaza atendieron a miles de familias, distribuyeron alimentos, medicamentos y esperanza. Hoy, con el alto el fuego, su labor continúa. “Después de tanto sufrimiento —dice Anton Asfar, secretario general de Cáritas Jerusalén—, por fin podemos pensar en reconstruir, en curar las heridas y mirar hacia el futuro”. Su voz se suma a la del Papa, que ha llamado a “redescubrir que el otro no es un enemigo, sino un hermano a quien mirar, perdonar y ofrecer la esperanza de la reconciliación”.

Redescubrir que el otro no es un enemigo, sino un hermano a quien mirar, perdonar y ofrecer la esperanza de la reconciliación

Desde Cáritas Española nos unimos a ese anhelo de una “paz justa, duradera y respetuosa con las legítimas aspiraciones de israelíes y palestinos”, como ha pedido el Santo Padre. Porque incluso en las noches más oscuras, la presencia cristiana —esa “luz de caridad que da esperanza al mundo”— no se apaga. Y en Tierra Santa, esa luz hoy vuelve a brillar.