Sudán, un país al borde del abismo
Cerramos este Año Jubilar de la Esperanza y no podemos evitar cierta sensación de inquietud y temor ante el nuevo año que se aproxima. Los conflictos armados que se sostienen en diferentes países enturbian con sombras oscuras nuestro horizonte de paz y nos empujan al estado de alerta y al rearme. Las guerras cercanas han copado parte de nuestra atención a lo largo del año: la guerra de Ucrania casi nos parece de otra galaxia; la de Gaza ha provocado la movilización de miles de personas en calles y barrios, denunciando la barbarie impune de quienes, desde los lugares de poder, son capaces de convivir con el derramamiento de sangre inocente.
Eva San Martín. Cáritas Española. Fotografías: CAFOD

Las palabras del Papa León XIV en la Basílica de San Pedro el 8 de mayo, día de su elección, han sido uno de los clamores de esperanza más contundentes de este 2025: “Paz a vosotros. Yo también querría que este saludo de paz entrase en vuestro corazón y llegase a vuestras familias, a todas las personas, estén donde estén; a todos los pueblos, a toda la Tierra. La paz sea con vosotros”.
Conflictos ignorados
Pero en el mundo siguen coexistiendo numerosos conflictos bélicos, verdaderas masacres humanas y étnicas, guerras entre pueblos hermanos por dominar la riqueza, el poder o las ideas, y que solo generan dolor, sufrimiento y vergüenza. Son conflictos que ignoramos y olvidamos y que transitan al margen de nuestras fuentes de información. No hace falta ir muy lejos: aquí, al lado, al sur de nuestras fronteras de bienestar, vive África con su riqueza y su color multicultural, y también con su dolor.

30 millones de sudaneses atrapados
Allí, casi en el medio, debajo de Egipto y oreado por el mar Rojo, emerge Sudán con 30 millones de personas atrapadas desde hace casi tres años entre la vida y la muerte, viviendo una emergencia humanitaria que les sitúa en la huida, en la extrema necesidad de protección, de alimentación para la supervivencia, de refugio, agua potable y asistencia médica.

Hasta noviembre de 2025, 11,7 millones de personas se han visto forzosamente desplazadas por esta guerra en Sudán, la cifra más alta de desplazamiento humano en la actualidad. De ellas, 7,3 millones están desplazadas dentro del propio país y 4,4 millones han huido a los países colindantes. La mayor parte se encuentra en Egipto (1,5 millones) y Sudán del Sur (1,2 millones), seguidos de Chad, Libia, Uganda, Etiopía y República Centroafricana. Además, hay 575.000 refugiados de otros países que estaban acogidos en Sudán y que han tenido que desplazarse dentro del país en busca de lugares seguros.
Una violencia desmedida
La violencia se ha hecho dueña de las calles y de los corazones, y son las mujeres y la infancia las principales víctimas y armas de guerra a lo ancho y largo del país. También ha impactado en las vidas de numerosos trabajadores humanitarios, dadas las dificultades para hacer llegar la ayuda. Esta violencia que lo impregna todo impide que puedan establecerse corredores humanitarios seguros para que la entrada de ayuda se garantice, los actores humanitarios puedan realizar su trabajo con garantías y la población que espontáneamente está retornando a las zonas “pacificadas”, como la capital, Jartum, pueda contar con apoyo para su recuperación.

La respuesta de Cáritas
Insisto: es una violencia desmedida la que se ha hecho también dueña de la reacción de Occidente y del resto de países del mundo. La respuesta internacional, ahogada en su propio silencio, contrasta con el llamamiento de CAFOD–Caritas Internationalis y el apoyo de Cáritas Sudán a hacernos presentes como Iglesia que acoge y permanece fiel con el que más sufre. En la archidiócesis de Jartum, con una región pastoral supervisada por el obispo auxiliar y otra diócesis en El Obeid, las parroquias sirven de centros de acogida para personas desplazadas, y los escasos sacerdotes, apoyados por catequistas laicos —grupos de religiosos como los Combonianos y otras órdenes religiosas locales—, se erigen como focos de alivio y luz en medio de la desesperanza y el olvido.
La mayoría de los misioneros religiosos tuvo que ser reubicada dentro del país y algunos otros fueron evacuados fuera de Sudán. Otros religiosos permanecieron en sus parroquias hasta el final, como fue el caso del padre Luka Jumu, párroco de El-Fasher, que vivió el asedio a la ciudad sirviendo a la población acogida en su parroquia, hasta que una bomba acabó con su vida y la de sus dos catequistas laicos en junio de este año.

La luz que no se extingue
La presencia de la Red Cáritas en Sudán, en los estados de Darfur y Kordofán, data de inicios de este siglo XXI, cuando se produjo una profunda crisis humanitaria en la zona del Cuerno de África y llegaron miles de refugiados procedentes de la guerra de Sudán del Sur. En 2024, los esfuerzos conjuntos de Caritas Internationalis y la red protestante ACT Alliance, bajo el liderazgo de CAFOD (Cáritas Inglaterra y Gales) y Norwegian Church Aid (NCA), lanzaron un llamamiento de emergencia para impulsar la respuesta humanitaria en Sudán, pues los recursos disponibles eran claramente insuficientes.
Este llamamiento ha recaudado hasta el día de hoy más de 2 millones de euros, que han ido sosteniendo el programa de ayuda de CAFOD–Caritas Sudán, brindando protección contra la violencia de género y sexual, dinero en efectivo y acceso a agua segura y saneamiento en los estados de Jartum, Nilo Blanco, Norte de Kordofán y Norte de Darfur, dando asistencia a 95.000 personas hasta ahora. Cáritas Española se ha sumado a esta respuesta solidaria desde 2023 y, en la actualidad, apoya el programa conjunto CAFOD–Caritas Sudán dentro de Sudán y a la población sursudanesa retornada en Sudán del Sur.
Todo el esfuerzo sigue siendo escaso, ya que el conflicto sigue activo y la población civil dentro de Sudán y en los países colindantes continúa en situación de extrema necesidad.

Una llamada a renovar la Esperanza
El Año Jubilar termina, pero no nuestra oración esperanzada para construir la paz en este mundo y habilitar la memoria de la dignidad humana que nos habita. Somos millones de personas sobre la Tierra las que seguimos creyendo que la paz es posible donde se alimenta la justicia y la solidaridad, donde la fraternidad se despoja de la indiferencia y se convierte en compromiso y voluntad.
La conferencia conjunta de obispos de Sudán y Sudán del Sur, reunida en asamblea el pasado 13 de noviembre, lo expresa así:
“Abrumados por estas terribles condiciones humanas, reafirmamos nuestra solidaridad con los pueblos de Sudán y Sudán del Sur y enviamos el siguiente mensaje, conscientes de las palabras del papa Pablo VI: «La paz no es solo la ausencia de guerra, sino la presencia de la justicia» (Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 1972). […] Invitamos a todas las parroquias, comunidades religiosas y familias a dedicar momentos diarios de oración y ayuno por la paz. Que nuestras iglesias se conviertan en santuarios de esperanza, donde todos puedan encontrar sanación, unidad y fuerzas renovadas”.




