Cáritas y la Fundación Amancio Ortega ayudan a miles de familias asfixiadas por los gastos de la vivienda

Lucas Izquierdo. Cáritas Española

“Esta ayuda te quita mucho peso, una carga mental grande; es como si te tocara la lotería”. Estas palabras de Dolores —nombre ficticio de una mujer de Zamora, trabajadora de la limpieza y madre de dos hijas— resumen el sentido del programa de Cáritas Una vivienda, un hogar. Su testimonio es el retrato de miles de familias que, pese a tener un empleo, viven asfixiadas por el precio del alquiler y los suministros. “Aunque trabajo mucho, no tengo jornada completa y muchos meses no me llega para pagar el alquiler y los gastos normales. Cuando no puedes pagar, te ves vulnerable y sin salida”, cuenta.

Como ella, más de 42.000 personas han recibido apoyo directo a través de este programa impulsado por Cáritas Española en colaboración con la Fundación Amancio Ortega. Otras 60.720 personas se han beneficiado de manera indirecta. “Estas ayudas han sido un revulsivo para la vida de muchas personas”, explica Félix Miguel Sánchez Delgado, director del Área de Acción Social de Cáritas Española.

Un derecho vulnerado

En un país donde la vivienda se ha convertido en el mayor pozo sin fondo de los presupuestos familiares, donde el coste de la vivienda es hoy el principal factor de exclusión (según datos del Informe FOESSA, un 87,9 % de las personas que acuden a Cáritas llega con dificultad o mucha dificultad a fin de mes), este proyecto —que han llevado a cabo 68 Cáritas Diocesanas entre los años 2023 y 2025— ofrece no solo techo, sino también estabilidad emocional. “El acceso a una vivienda digna y asequible en España es muy complicado en general, pero aún más para las personas en situación de vulnerabilidad. La crisis de la vivienda provoca ansiedad y estrés a muchas personas y vulnera un derecho básico”, subraya Félix.

Desde julio de 2023 se han destinado casi 11,8 millones de euros a ayudas directas a familias acompañadas por Cáritas y 1,38 millones a la mejora de 82 centros residenciales. El programa ha permitido financiar el alquiler o realquiler de viviendas, cubrir suministros básicos, reformar espacios para mejorar la eficiencia energética y renovar electrodomésticos en hogares con bajos ingresos (ver cuadro). “He podido ponerme al día con los pagos de los suministros”, cuenta una beneficiaria del programa en la Cáritas Diocesana de Cádiz. “Antes vivía con la angustia constante de los cortes de luz y agua, pero ahora siento

“Tengo dos niños, de cuatro años y dos meses. Mi situación era muy complicada, porque nadie quería alquilar un piso a una familia con hijos menores. Ahora tengo un hogar donde ellos se sienten seguros y a gusto, y yo, en paz y tranquilidad”.

Carlos Maestre, Acompañado por Cáritas Burgos

Más que una ayuda

Por otro lado, a través de este proyecto Cáritas ha constatado lo que lleva años observando: la feminización de la pobreza. El 64 % de las personas atendidas han sido mujeres, muchas de las cuales crían solas a sus hijos.

En muchos casos, las ayudas han evitado que familias monomarentales o con personas enfermas se enfrentaran a desahucios. En otros, han permitido que quienes atravesaban una crisis temporal —como una mujer viuda de Vic que esperó meses para cobrar la pensión— pudieran superar el bache sin perder su casa.

Algunos hogares han salido de situaciones de hacinamiento y muchas personas en situación irregular han podido empadronarse por primera vez, lo que les ha abierto la puerta al acceso a servicios sociales y de salud. “Tener un hogar estable facilita procesos de estabilidad, arraigo e inclusión”, recuerda Félix.

El programa también ha mejorado los recursos residenciales de Cáritas: centros para personas sin hogar, para mayores, para mujeres víctimas de violencia machista o para migrantes. Las pequeñas reformas en estos espacios han permitido reducir el gasto energético y ofrecer entornos más confortables y dignos a las personas que viven en ellos. “Una vivienda digna significa también las condiciones de habitabilidad que esta ofrezca”, recuerda Félix. La energía, añade, “es un derecho esencial para el bienestar y la dignidad humana”.

El balance, dos años después, es muy positivo: el programa ayuda a garantizar el derecho fundamental a la vivienda, y también ha devuelto la confianza y la calma a miles de hogares.

“Mi marido me dejó sola con cuatro hijos. Gracias a Cáritas, que me ayudó con el alquiler y algunos recibos de la luz, no me echaron del piso y pude disponer de dinero para alimentar a los niños y vestirlos”.

Trinidad García, acompañada por Cáritas Sigüenza-Guadalajara

 ¿Qué hemos hecho?

Apoyo en los gastos de alquiler o realquiler para evitar la pérdida del hogar.
Pago de alojamientos temporales para personas sin hogar (pensiones, hostales…) que permiten iniciar procesos de recuperación personal.
Reformas de viviendas y centros de Cáritas.
Renovación de electrodomésticos para mejorar la eficiencia energética.
Cobertura de gastos relacionados con suministros energéticos.