De Senegal a Sevilla, cuatro años de desafíos, esfuerzo y superación para construir un nuevo comienzo

Ibrahima Minte es un joven senegalés de 28 años que llegó a España, hace año y medio, buscando una vida mejor que no encontraba en su país, y una manera de ayudar a su familia. “Tengo una familia muy grande y pobre. En mi cabeza siempre estuvo la idea de ayudarles a salir de esa situación. Yo siempre estudié
y trabajé”, cuenta.

Con esa idea, se trasladó a Dakar para estudiar Geografía, pero la imposibilidad de encontrar un empleo le impidió terminar su carrera universitaria. Tuvo que regresar a su pueblo, donde empezó a trabajar con su padre, que era conductor de autobús. Con un gran esfuerzo por parte de toda la familia, lograron ahorrar algo de dinero con el que Ibrahima emprendió el viaje hacia Europa. Francia era su sueño, pero el camino se convirtió en una pesadilla.

Un viaje de cuatro años

“El 20 de mayo de 2019 tomé la ruta terrestre que atraviesa Mauritania hacia Marruecos con dos personas que conocí en una estación. Cuando llegamos a la frontera con Marruecos, a mis compañeros se les terminó el dinero, y tuvimos que esperar en una ciudad llamada Malibu”, cuenta Ibrahima. Estuvieron tres meses y medio. Finalmente, dejó dinero a sus compañeros y entró él solo en Marruecos, en septiembre de 2019. Allí le acogió un amigo de sus hermanos y empezó su “lucha por la supervivencia”. “Era muy difícil vivir en un país que no respeta los derechos humanos, y sin apenas trabajo”, recuerda.

Tras unos meses con su amigo, se dirigieron a un pueblo costero para coger un barco que les llevara a Canarias, pero en el camino la policía les detuvo y abandonó en medio del desierto. Solo tenían galletas y algo de agua. Caminaron durante diez días hasta llegar a ese pueblo, pero el barquero les estafó y se quedó con su dinero.

Para conseguir dinero para el viaje en barco tuvo que trabajar como albañil en Marrakech durante dos años. “Me pasaron cosas inimaginables y muy, muy duras, que aún no soy capaz de contar”, explica. Finalmente, logró llegar a Fuerteventura el 22 de mayo de 2023. “Mi viaje duró 4 años y 2 días”.

Una travesía tan larga y llena de dificultades le disuadió de continuar hacia Francia. Estaba cansado y enfermo, y en España –primero en Fuerteventura y luego en Huelva– recibió apoyo y tratamiento en centros de la Fundación Cepaim.

Desde su llegada a España, comenzó a aprender el idioma y a participar en cursos de formación para el empleo. Solo lleva aquí año y medio, pero su español ya es muy bueno. “Ojalá consiga avanzar y establecerme aquí”, asegura este joven senegalés.

Acompañado por Cáritas

Ahora, Ibrahima vive en Sevilla, donde es atendido y acompañado por Cáritas. “Me siento bien en esta ciudad y mi situación está mejorando gracias a los responsables del Proyecto Nazaret de Cáritas Diocesana de Sevilla, que nos forman y nos ayudan en todo”.

Ibrahima acaba de terminar un curso de auxiliar de mantenimiento de edificios y está realizando una formación en hostelería, que finaliza en diciembre. “Me siento muy orgulloso de lo que estoy haciendo”, afirma.

Vive en un piso de Cáritas con cinco compañeros de diferentes nacionalidades. “Somos como una familia en la que todo el mundo se respeta. La convivencia es buena”, dice Ibrahima, que también cuenta que se siente cada día más integrado en Sevilla, ciudad en la que solo lleva cinco meses.

Por eso, le gustaría continuar en la capital hispalense. “En el futuro me veo con mis documentos regularizados, con trabajo y aportando a la sociedad, como todo el mundo. Y, si pudiera, querría terminar mis estudios y montar mi propio negocio”. Gracias a su capacidad de superación y a su esfuerzo, el sueño de Ibrahima continúa en España.