Dormir en la calle antes de recoger la aceituna
Cáritas Jaén denuncia que la red de albergues abre tarde y sin coordinación

Gema Martín Borrego. Cáritas Española | Fotografías de Fernando Mármol y de Cáritas Jaén
Cuando llega el frío, Jaén vuelve a enfrentarse a una imagen que ya forma parte del paisaje urbano: decenas de personas durmiendo en parques, soportales y plazas mientras esperan el inicio de la campaña de la aceituna. «La campaña —que dura aproximadamente desde principios de noviembre hasta marzo— trae cada año cientos de temporeros a la provincia, que esperan trabajo en una situación precaria y sin atención ni acogida adecuadas», denuncia Rafael Ramos, director de Cáritas Diocesana de Jaén.
Muchos de ellos llegan semanas antes de que se abra el primer albergue. «A partir de mediados de octubre comienzan a llegar, pero en ese momento todavía no están los albergues abiertos», explica Rafael. Y eso que actualmente, en octubre, se recoge el llamado “aceite temprano”, cada vez más presente, destinado a la producción de aceites de marca y de autor, de altísima calidad. Todo ello contribuye al desconcierto de las personas que vienen de fuera y se encuentran sin un lugar donde dormir.
Según datos de la última campaña, se dieron de alta en la Seguridad Social, en régimen agrario, un total de 1.532 personas extranjeras, aunque se sabe que «hay más trabajadores que no están dados de alta, una cuestión que hemos denunciado», añade el director de Cáritas Jaén.
Se trata de personas procedentes de Marruecos, Argelia, Senegal, Mali o de otras campañas agrícolas. Son, en su mayoría, hombres jóvenes que vienen con lo justo y que, como señala el director de Cáritas Jaén, «tienen una economía de supervivencia», por lo que «no pueden permitirse gastar en alojamiento». Aun así, son imprescindibles para la campaña, ya que no hay suficiente mano de obra local para recoger la aceituna.
Una red que no funciona

Sobre el papel, parece todo muy organizado: «Tenemos una red de 15 albergues provinciales donde se ofrecen tres comidas al día, cama, aseo y la posibilidad de dormir cuatro noches mientras se busca trabajo en los alrededores». En teoría, este dispositivo —que también incluye billetes de transporte— permite a los temporeros «circular» por toda la provincia. «Pero lo cierto es que no funciona —lamenta Rafael—. Porque si no abren los albergues, esa rotación y búsqueda de trabajo es imposible. Y todos los años nos encontramos con que solo está abierto el municipal de Jaén, y la persona que supuestamente accede a esta red a través de Jaén se tiene que quedar en la capital esperando a ver cuándo abren los demás».
El resultado son cientos de personas «atrapadas» en Jaén, desbordando el albergue municipal, sin poder ir a municipios olivareros donde sí hay trabajo.
Rafael Ramos lo califica de «acogimiento nefasto», provocado por un error estructural: «No se tiene bien acompasado el acogimiento con la oferta de trabajo». La consecuencia es una ciudad saturada que improvisa soluciones de emergencia un año tras otro.
El testimonio de Jamal

Jamal El Azzimani, marroquí que reside en España desde 1998, conoce muy bien de memoria este sistema. «Siempre duermo en la calle hasta que empieza la recogida de la aceituna», cuenta. Ha trabajado en Huelva, Lleida, Castilla-La Mancha y, sobre todo, en Jaén, donde lleva catorce campañas con el mismo empresario, que le facilita «un alojamiento muy bueno» y le trata «muy bien».
Pero antes de que el trabajo comience, la única opción es la calle. «El tiempo de alojamiento en los albergues es, como máximo, de cuatro días». Ese límite lo empuja a decidir: «Cuando tengo un sitio fijo en la calle, prefiero no perderlo».
Mientras espera, depende de Cáritas para cubrir las necesidades básicas: «Voy al centro a desayunar, descansar y almorzar. Allí también me puedo duchar y lavar la ropa». Asegura sentirse «muy agradecido con sus trabajadores y voluntarios».
El trabajo de Cáritas

Cáritas Jaén sostiene buena parte del dispositivo real de acogida. «Somos la única organización que ofrece comedores sociales en la provincia», explica Ramos. En campaña, la presión se multiplica. El Centro de Día Santa Clara pasa de atender a 40 personas en un día normal a 240; el comedor de San Roque, de unas 100 cenas a casi 300. «Queda totalmente desbordado», admite.
La entidad ofrece duchas, lavado de ropa, ropero especializado en ropa para temporeros, mediación, información, reparto de billetes para desplazamientos y un equipo de calle que acude cada noche a la estación de autobuses.
Cáritas también gestiona la casa de acogida Nuestra Buena Madre, con 24 plazas saturadas durante todo el periodo, ampliadas este año con 35 adicionales «ante la situación de emergencia». Aun así, «queda insuficiente».
Lo que pedimos

Cáritas Jaén lleva años reclamando una reforma profunda del sistema. «Pedimos una apertura coordinada de la red de albergues de la provincia y que, además, se abran antes». La petición se fundamenta en que solo así pueden cumplirse las dos funciones principales del dispositivo: «acogida digna y previa» y permitir que los temporeros «puedan circular por toda la provincia buscando trabajo».
Además, solicita a la Junta de Andalucía «más recursos» para una financiación estable de los albergues que no obligue a los ayuntamientos a improvisar y abrir más tarde. También pide una atención especial en Jaén capital, porque es «la puerta de entrada al sistema y debe estar dotada de más recursos desde el 15 de octubre», concluye.



