Romper las cadenas de la esclavitud
Hablamos con supervivientes de la trata de personas en España y en Ucrania, una lacra sobre la que Cáritas y la Conferencia Episcopal quieren poner el foco en este año jubilar.
Gema Martín Borrego. Cáritas Española
“¿Por qué cuento mi historia? Porque quiero dar esperanza a esas mujeres que están en el mundo oscuro de la prostitución, que se sienten hundidas, como en un pozo, sin ver salida”, responde Raquel al ser preguntada sobre qué la llevó a compartir su historia y dar testimonio. “Yo soy el ejemplo de que se puede salir —asegura—. No es fácil y hay muchos obstáculos, pero busqué las herramientas que me ofrecieron el mundo y Cáritas para dejar atrás ese lugar”.
La historia de Raquel

A sus 47 años, Raquel ha logrado salir del infierno de la prostitución tras haber sufrido en carne propia la violencia y la explotación. “Nunca imaginé que algo así me podría pasar”, confiesa. Su vida era estable: trabajó durante años como encargada de una tienda, hasta que perdió su empleo y, poco a poco, todo se desmoronó. “Confié en la gente equivocada, me quedé sin recursos y acabé en la calle”, recuerda.
Desesperada y sin una red de apoyo, la prostitución se convirtió en su única alternativa para sobrevivir. “No veía salida. Cada noche era una pesadilla y cada cliente me recordaba que mi vida ya no era mía”. Vivió en un mundo de abuso y miedo, donde su cuerpo y su dignidad parecían tener un precio. La desesperación la llevó incluso a intentar quitarse la vida.
“No veía salida. Cada noche era una pesadilla y cada cliente me recordaba que mi vida ya no era mía”.
Fue entonces cuando conoció a Sonia, trabajadora social del Centro Fogaral, de Cáritas Zaragoza. Al principio, Raquel desconfiaba de su ayuda, pero Sonia insistió, llamándola y buscándola hasta ganarse su confianza.
Con su apoyo y el del equipo de Fogaral, empezó a reconstruir su vida. “No me juzgaron, me escucharon y me dieron herramientas para salir adelante”, relata Raquel. Encontró un trabajo, se alejó de las personas tóxicas y recuperó su autoestima. Ahora, el deporte y la meditación son pilares fundamentales en su bienestar. Aunque aún enfrenta desafíos, tiene claro que nunca volverá al pasado.
“Si yo lo logré, cualquier mujer puede hacerlo”, dice con determinación. Su historia es una luz de esperanza para quienes aún buscan una salida.
“Si yo lo logré, cualquier mujer puede hacerlo”, dice con determinación Raquel.

La Iglesia, contra la trata
El caso de Raquel no es único. En España, cientos de mujeres en situación de vulnerabilidad son víctimas de explotación sexual. El Proyecto Fogaral, por ejemplo, atendió en 2024 a 426 mujeres en contextos de prostitución, explotación sexual y/o trata. La mayoría de ellas eran migrantes en situación irregular, provenientes de países como Colombia, Guinea Ecuatorial y Venezuela, sin acceso a recursos ni protección legal.
Las organizaciones de la Iglesia, como Cáritas, las Adoratrices, las Oblatas o las Hijas de la Caridad, llevan años trabajando con víctimas de trata y explotación, tanto sexual como laboral. “Es la esclavitud del siglo XXI”, asegura María Francisca Sánchez, directora del Departamento de Trata de Personas de la Conferencia Episcopal Española (CEE).
Este año, la CEE ha querido dar un paso más y ha situado esta lacra en el centro de su acción social para el Jubileo 2025. Javier Vilanova Pellisa, obispo auxiliar de Barcelona y responsable del Departamento de Trata de Personas de la Conferencia Episcopal, explica el objetivo de esta decisión: “Queremos poner en el centro a la persona que más sufre y mostrar que se puede salir, que hay esperanza. La cuestión es, ¿qué podemos hacer nosotros? Volcarnos, escuchar a quien sufre, poner medios y visibilizar esa explotación —responde monseñor Vilanova—. Y eso es lo que estamos haciendo desde la Iglesia”.

Renacer como un ave fénix
“Llegué como un capullo quebrado, frágil, con el corazón roto, incapaz de hablar de la persona que fui. Entonces conocí a alguien que me tendió la mano para ayudarme, para renacer como el ave fénix. Así me siento: como una mariposa que vuelve a nacer. Esta mariposa que soy está descubriendo cosas nuevas; ya no se conforma con decir ‘no puedo’ ante los retos, sino que intenta probar nuevas experiencias”.
(Participante del Proyecto Fogaral, que atiende a mujeres en contextos de prostitución y víctimas de trata).

Nuestro trabajo
Carmen Pilar Burillo, coordinadora del Área de Inclusión de Cáritas Diocesana de Ciudad Real, explica este trabajo, que se desarrolla en cuatro ejes. “El primero es salir al encuentro de las mujeres, ir a los lugares donde se ejerce la prostitución y ofrecerles esa mano tendida que es Cáritas. El segundo es la acogida: escuchar a la mujer, ofrecer orientación social, ayuda psicológica y apoyo jurídico. El tercer eje es acompañarla en la situación en la que esté, ya sea en situación irregular, si hay indicios de trata o si está en la calle. El cuarto eje es estar a su lado en todo su proceso de recuperación o, incluso, en caso de recaída”.
En 2023, la Confederación Cáritas atendió a 3.000 personas en trece proyectos repartidos por las distintas diócesis del país. De ellas, más de 800 sufrieron explotación sexual y 275 fueron víctimas de trata con fines de explotación sexual.
Pero las entidades de la Iglesia no solo trabajan en la atención a las víctimas, sino también en la denuncia y sensibilización. “Nosotras no las rescatamos, ellas se rescatan solas. Pero estamos aquí para acompañarlas en ese proceso y ofrecerles las herramientas para reconstruir su vida”, explican las Hermanas Oblatas.
“Nosotras no las rescatamos, ellas se rescatan solas. Pero estamos aquí para acompañarlas en ese proceso y ofrecerles las herramientas para reconstruir su vida”, explican las Hermanas Oblatas.
Raquel es una de esas mujeres que ha logrado cambiar su destino gracias a este acompañamiento. “Lo más difícil fue recuperar mi autoestima. Durante años, me sentí invisible, como si mi vida no importara”, confiesa. Hoy, después de un largo camino, ha encontrado estabilidad y seguridad.
“Las personas que han pasado por este drama, como Raquel, son signos de esperanza para la Iglesia en este Año Jubilar”, sentencia María Luisa.
“Las personas que han pasado por este drama, como Raquel, son signos de esperanza para la Iglesia en este Año Jubilar”, sentencia María Luisa, de la CEE.
Ucrania: la trata en tiempos de guerra

“El desplazamiento masivo de la población y el impacto económico de la guerra han aumentado el riesgo de trata con fines de explotación sexual o laboral”
La trata de personas es un crimen que se agrava, y mucho, en los países en guerra debido a la violencia desatada contra la población, el desplazamiento forzado y el colapso de las instituciones. En Ucrania, la invasión rusa ha llevado a muchas personas a sufrir esta lacra. Según Natalia Holynska, responsable de proyectos de Cáritas Ucrania, “el desplazamiento masivo de la población y el impacto económico de la guerra han aumentado el riesgo de trata con fines de explotación sexual o laboral”. También se han incrementado los casos de violencia sexual utilizada como arma de guerra.
Maryna, una joven de Kiev superviviente de explotación sexual, explica que, por fin, puede hablar de lo que le ocurrió “sin lágrimas ni vergüenza”. “No fui la única en esta situación. ¡Y no fue mi culpa!”, exclama.
Otro testimonio que nos llega desde Cáritas Ucrania es el de Ihor, un albañil que vivía con su mujer en Kherson. Varios meses después de la invasión, fue detenido por militares y encerrado en uno de los centros de detención preventiva de la ciudad. Allí fue utilizado como mano de obra forzada. “Me llevaban fuera y me obligaban a descargar munición. Controlaban constantemente todos nuestros movimientos y cualquier infracción se castigaba con palizas”, recuerda.
Estuvo en cautiverio más de un mes. Cuando lo liberaron, se trasladó con su mujer a Odesa. “Ahora trabajo en una obra e intento recuperar la tranquilidad, pero el pasado no me deja en paz”.