Tierra Santa, en la encrucijada
El secretario general de Cáritas Jerusalén nos cuenta la “destrucción” en la que viven los gazatíes en medio de una frágil tregua.

Mientras Gaza se encuentra en una frágil tregua, su población sufre una enorme crisis humanitaria: sin refugio, sin comida, sin agua potable… “Llevamos quince meses pidiendo el alto el fuego, y cuando por fin lo conseguimos, es tan endeble que sigue costando muchas vidas en Gaza y en Cisjordania”, lamenta Anton Asfar, secretario general de Cáritas Jerusalén, quien ha visitado recientemente nuestro país para contar “el infierno” que se sigue viviendo en Tierra Santa.
Todo en Gaza es destrucción. Con la tregua, los cientos de miles de personas que habían sido obligadas a desplazarse al sur están volviendo al norte. “Para ellas era un sueño regresar a sus hogares, pero ya han despertado de ese sueño y están viendo que la realidad es una pesadilla de escombros en la que no hay casas, hospitales, escuelas, medios de vida, luz, comida o agua”, añade Anton.
Violencia y grandes carencias
Decenas de familias acuden todos los días a Cáritas en busca de alimentos o medicinas. “Un día llegó un padre a la clínica de urgencias que tenemos en la ciudad de Gaza suplicando que ayudáramos a su hija de tres años. Cuando el equipo médico atendió a la niña, vio que pesaba ocho kilos, que estaba completamente desnutrida y que tenía un gran déficit de vitaminas”, cuenta el secretario general de Cáritas Jerusalén.
Las medicinas alcanzarán para un mes más; la comida, para una semana. Y lo peor: no entra combustible. Sin combustible y electricidad, los hospitales quedan inoperativos y la planta desalinizadora que proporciona agua potable no funciona. Los centros sanitarios tenían paneles solares porque los cortes de electricidad han sido una constante en Gaza incluso antes de la guerra, pero los bombardeos los han destruido por completo. Ni siquiera pueden plantearse la reconstrucción de edificios, carreteras…, porque no hay cemento.
“Las necesidades son tan inmensas, que la ayuda humanitaria que está entrando en Gaza es como una gota en el océano. Y cuando se bloquea la entrada de ayuda, se viola la Cuarta Convención de Ginebra y se condena a muerte a personas inocentes.” El riesgo de hambruna es más real que nunca”, denuncia Anton.
La violencia ha transformado la vida de miles de palestinos, especialmente de los niños. “No hay educación ni futuro para ellos; han perdido todo rastro de normalidad. El conflicto no solo ha devastado Gaza, sino que también ha golpeado Cisjordania y Jerusalén Este. “Los campos de refugiados son bombardeados. Las familias reciben una orden de evacuación y, en tres horas, deben abandonar sus casas”.

Siempre Cáritas
A pesar de la escasez de recursos, Cáritas sigue trabajando sin descanso en todo el territorio, como muestran las cifras: 84.000 personas han recibido asistencia médica; 60.000 mujeres han sido atendidas; y 2.000 personas han recibido apoyo psicológico. “Somos una de las pocas organizaciones que han mantenido presencia en toda la franja, desde el norte [en la ciudad de Gaza] hasta el sur, en la frontera con Egipto”, relata Anton.
Actualmente, Cáritas Jerusalén tiene unos cien miembros en Gaza, además de los voluntarios. Y todos ellos tienen familiares heridos o fallecidos, así como casas dañadas. “Cuando empezaron los ataques, muchos de nuestros trabajadores cristianos se mudaron a la Iglesia católica de la Sagrada Familia y a la Iglesia ortodoxa de San Profanio, ambas en la ciudad de Gaza”.
En los alrededores establecieron una clínica y un colegio, que han sido bombardeados dos veces. “Hemos intentado rehabilitar el centro médico varias veces y esperamos que, a finales de esta semana, esté operativo. No hay materiales de construcción, pero creemos que nuestro Señor trabaja con nosotros”, afirma esperanzado el secretario general de Cáritas Jerusalén.
Otra parte del personal de Cáritas se desplazó al sur —algunas familias han tenido que reubicarse hasta diez veces— y, en los campos de refugiados, organizaron equipos médicos para ofrecer atención sanitaria. En total, hay 17 unidades médicas móviles en nueve localizaciones de la franja, incluyendo la ciudad de Gaza y los campos de refugiados del sur.

Cisjordania, asfixiada por la guerra de Gaza
Como reconoce Anton Asfar, el impacto de la guerra de Gaza sobre Cisjordania y Jerusalén Este es muy significativo para los palestinos. “Más de 180.000 trabajadores palestinos que dependían del mercado laboral israelí han perdido su fuente de ingresos. Estas personas sostenían a sus familias y estimulaban la economía local, pero, de repente, sus permisos de trabajo han sido suspendidos”, lamenta Anton. La restricción de la movilidad, debido a los nuevos controles y bloqueos, ha empeorado el acceso al trabajo y a los servicios básicos, además de impactar, y mucho, en la vida cotidiana de los palestinos.
Otro golpe significativo proviene de la interrupción de las transferencias fiscales de Israel a la Autoridad Palestina, tal y como se decidió en los Acuerdos de Oslo. En ese momento, se acordó que Israel recaudaría los impuestos y aduanas en nombre de la Autoridad Palestina, que los recibiría posteriormente. Sin estos fondos, no hay dinero para pagar a médicos ni maestros, ni para otros servicios públicos esenciales.
Pero si hay algo que ha afectado duramente a la economía de Cisjordania ha sido la caída del turismo, especialmente en lugares sagrados como Belén, Jerusalén y Nazaret, donde muchos negocios familiares dependen de este sector. Sin visitantes, la crisis ha sido durísima. Muchos hoteles, pensiones, casas de comidas y tiendas de souvenirs han cerrado, mientras que los pequeños artesanos han sufrido una drástica reducción de ingresos.
Más de 47.000 personas han fallecido desde octubre de 2023. Cerca del 75 % de la población gazatí —1,9 millones— se ha visto obligada a dejar su hogar. El 72 % de las viviendas han sido destruidas.
Más allá del dolor
Un golpe muy fuerte para el personal de Cáritas ocurrió el pasado mes de octubre, cuando perdieron a una compañera, Viola Lamash. Esta joven madre murió en el bombardeo de la Iglesia de Gaza junto a otros 18 cristianos. Doce de los fallecidos eran miembros de la familia de Viola, incluida su hermana. “Ella encarnaba nuestro lema ‘Ponemos el amor en acción’”, recuerda Asfar con pesar. Poco después, un farmacéutico colaborador de Cáritas y treinta de sus familiares fallecieron en un ataque aéreo. Solo sobrevivió su hija de tres años.
A pesar del dolor, Cáritas Jerusalén sigue trabajando y denunciando la situación. “Nuestra petición es clara: la ayuda humanitaria debe entrar sin restricciones y las operaciones militares deben cesar”. Pero la comunidad internacional, según Asfar, ha olvidado la causa palestina. “Se necesita más presión política y más apoyo económico”.
Y mientras llega esa ayuda, en Gaza las personas siguen despertando cada día en medio de la destrucción. “No estamos pidiendo nada que no esté bajo el paraguas de la ley internacional”, añade Anton Asfar. “Solo queremos que la gente pueda vivir en paz en su tierra”.

No estamos pidiendo nada que no esté bajo el paraguas de la ley internacional”, añade Anton Asfar. “Solo queremos que la gente pueda vivir en paz en su tierra”.
El apoyo de Cáritas Española
Cáritas Española colabora con Cáritas Jerusalén desde hace más de dos décadas. Su labor se centra en proporcionar ayuda humanitaria, promover el desarrollo social y fomentar la paz en Tierra Santa.
Desde enero de 2024, Cáritas Española ha destinado 300.000 euros para apoyar distintos proyectos de asistencia humanitaria en Gaza.

Cáritas con Tierra Santa
Nuestros compañeros de Cáritas Jerusalén trabajan en las peores condiciones imaginables, sin prácticamente medios materiales, pero con toda la determinación y la fe puesta en que las familias podrán volver a tener una vida digna en Tierra Santa. Súmate a este esfuerzo y haz un donativo hoy.
Caixabank ES87 2100 5731 7602 0048 3702
Banco Santander ES64 0049 6791 7121 1601 6165