Dignidad y derechos en el empleo del hogar
El empleo del hogar sigue marcado por la precariedad y la vulnerabilidad de las personas migrantes, como refleja la historia de Victorine.
Adela Zamora. Cáritas Española

Victorine Cheumbang es una mujer camerunesa de 51 años que lleva una década en Vitoria-Gasteiz. A pesar de ser peluquera, ha trabajado durante años como empleada de hogar, un sector precario y muchas veces invisibilizado. Por eso, quiere reivindicar la importante labor de quienes trabajan en este ámbito y el papel de organizaciones como Cáritas, que las acompañan y velan por el cumplimiento de sus derechos laborales.
Unos inicios difíciles
Cuando llegó a España, Victorine se encontró con numerosas barreras. No solo desconocía el idioma, sino que además se encontraba en situación administrativa irregular. Su primer contacto con Cáritas Diocesana de Vitoria fue a finales de 2015.”Acudí a la trabajadora social de Cáritas en el barrio donde vivía en busca de información y asesoramiento”, recuerda.
A partir de ahí, comenzó su proceso de formación. “Para aprender castellano, pasé por distintos recursos de la ciudad. También pude formarme en diferentes espacios de Cáritas”, explica. Así, realizó talleres ocupacionales y prelaborales, donde mejoró sus competencias personales y profesionales, además de recibir un pequeño apoyo económico mientras regularizaba su situación.
Lan Bila
de Profesionalidad en Empleo Doméstico e inscribirse en la bolsa de empleo de hogar y cuidados de Lan Bila, la agencia de colocación de Cáritas Vitoria.
Lan Bila facilita la intermediación laboral para personas en situación de vulnerabilidad, especialmente en el sector del empleo del hogar y los cuidados. Solo en 2024, la agencia gestionó 294 ofertas de trabajo, de las cuales 193 fueron en el sector del hogar y los cuidados. El objetivo, como explican desde Cáritas Vitoria, es mejorar las condiciones de empleabilidad de las personas en riesgo de exclusión para que accedan a un trabajo digno, con derechos laborales garantizados, y evitar abusos. Con este mismo fin, también realizan una labor de sensibilización dirigida a empleadores y empresas.
No hay que olvidar que este sector sigue estando altamente feminizado y vinculado a personas de origen migrante, quienes, por la falta de permiso de trabajo o la necesidad de obtener ingresos para subsistir, se ven obligadas a aceptar condiciones laborales precarias: falta de contrato, salarios muy bajos, jornadas larguísimas… Los programas de empleo de Cáritas trabajan para acabar con estos abusos.
“El acompañamiento durante todo mi proceso ha sido de escucha, de seguimiento de mi situación y de orientación laboral”, afirma Victorine. “Me seleccionaron para una entrevista para el cuidado de personas mayores y me ayudaron con el idioma. Lo valoro mucho porque tenía bastantes dificultades lingüísticas”. Su primera experiencia laboral fue con una familia que, además de emplearla, le facilitó los trámites para obtener el permiso de residencia y trabajo. Su contrato finalizó tras el fallecimiento de su empleadora, pero Victorine continuó trabajando y formándose para mejorar sus oportunidades laborales.
“Trabajo en lo que me gusta”
Victorine Cheumbang. Asistencia sociosanitaria a domicilio
Actualmente, trabaja en la empresa ZAINTZEN, dedicándose a la asistencia sociosanitaria a domicilio, una labor que la apasiona. “Trabajo en lo que me gusta”, asegura con entusiasmo. Su contrato es de 30 horas semanales, de lunes a viernes, lo que le permite tener una vida fuera del trabajo. “Desde que encontré empleo, mi vida ha cambiado bastante. Me encuentro emocionalmente estable”, confiesa.
Cuando piensa en el futuro, Victorine no tiene una respuesta clara, pero mantiene su optimismo. “No puedo predecir lo que pasará dentro de unos años, pero si todo sigue así, creo que iré a mejor”, dice con esperanza.