Jaime Castro Burgos, conocido como Castro 28002, es una joven promesa del indie urbano. Además, es un chico preocupado por el mundo que le rodea y la realidad de las personas que no han tenido tanta suerte como él. Jaime es nuestro protagonista de este número de la revista.

Adela Zamora. Cáritas Española

Jaime es un joven madrileño de 20 años, estudiante de marketing, deportista y voluntario en campamentos infantiles. Un chaval como tantos otros, pero que lleva un tiempo “petándolo” en Spotify y actuando en algunas de las salas míticas de la capital, como El Sol, Caravan o Shoko.

¿Cómo nació Castro 28002?

Nací en Madrid, y toda mi vida he vivido aquí. Castro es mi primer apellido y 28002 es el código postal de mi barrio al que le tengo mucho cariño.

Empecé en este mundo de la música siendo muy pequeño. Con cinco años ya escuchaba a Michael Jackson, y fue el momento en el que sentí conexión con la música. Ha sido el artista que más he admirado, mi referente. Por su influencia quise crear mis propias canciones, componer como él; a otro nivel, desde luego (ríe).

Después, conocí a gente que amaba la música y también escribía y compartía sus canciones con nosotros.  Y eso hice yo, primero con gente de mi entorno y luego me atreví a hacerlo en Internet.

No puedo decir que tenga una amplia trayectoria, pero sí que, en poco tiempo, he conseguido cosas muy “guays”, como dar conciertos en solitario donde ha venido bastante gente a apoyarme y escuchar mis canciones. He actuado en sitios históricos de Madrid como la Sala El Sol, Caravan o Shoko, y en discotecas muy conocidas.

Acumulo bastantes millones de visitas en Spotify, y eso me hace muy feliz, porque significa que mi música ha llegado a bastante gente, tanto las canciones más sentimentales, que conectan con el corazón de la persona, como las que sirven para bailar. No me puedo quejar, porque en tres años de carrera, he conseguido logros que jamás pensé que conseguiría.

¿Qué te gustaría conseguir en el mundo de la música?

Desde el punto de vista personal, espero que la música siga siendo un soplo de aire fresco para mí, una ventana que me ayude a respirar y a despejarme de la presión y del ajetreo de la sociedad tan frenética en la que vivimos.

Y de cara al público, me gustaría seguir encontrando gente que conectase con mi música, porque, al final, lo mágico de este trabajo es que lo que tú escribes conecta, sin saber cómo, con otra persona totalmente ajena a ti y a este proceso.

Pero sigues estudiando

Quiero aprender cosas nuevas y diferentes. Creo que es importante para mi carrera y para mí, como persona. No quiero cerrarme a nada.

También has hecho voluntariado

Sí. El último fue un voluntariado en un campamento de verano infantil en Benicassim, que organizaban los misioneros claretianos, que son los hermanos de mi antiguo colegio, El Claret. Ha sido una de las mejores cosas que he hecho en mi vida; mis mejores vacaciones y un punto y aparte en la manera de ver la vida.

Fueron unas semanas muy divertidas; pero también muy duras. Sin embargo, creo que, cuando más cuesta hacer una cosa, más satisfacción sacas de esa experiencia, porque sabes que la haces por los demás. Yo sentía que estaba dando lo mejor de mí para ayudar a esos niños y hacerlos felices, que es de lo que se trata.

¿Qué es lo mejor del voluntariado?

Hacer las cosas por los demás, dejar de pensar en ti y conocer otras realidades y personas con dificultades. Abrir la mirada. Además, en el voluntariado conoces a gente magnífica, como Adrián, el monitor que me estuvo acompañando en todo momento y me sostuvo cuando ya no podía más. Al trabajar como voluntario he podido conocer a personas que son capaces de transmitirte unos valores que luego tú quieres aplicar en tu vida.   

¿Crees que la gente de tu generación es solidaria?    

Sí, pero no sabría decirte si los jóvenes de hoy en día son más solidarios que las personas de otras generaciones. Creo que hay una variable que hace años no existía: el mundo virtual que nos lleva a estar más aislados, y quizá más egoístas, más cómodos, o más centrados en nosotros mismos. Esta es una variable que hace 20 o 30 años no existía.

Pero sí conozco a jóvenes muy buenos, con una actitud muy empática, que colaboran en causas solidarias, que ayudan a personas que no conocen y que lo hacen sin esperar nada a cambio.

¿Eres una persona de fe?

Sí. Me he criado en la fe y sigo en este camino. Mi familia es cristiana y he estudiado en un colegio cristiano, el Claret. A los hermanos claretianos les debo muchos de mis valores, igual que a mi familia, que desempeña un papel fundamental en mi vida. Mis padres me han transmitido la importancia de ser empático, de agradecer a Dios lo que tengo y de dar cosas y tiempo a los demás, que no cuesta nada y dice mucho de ti.