Las fuerzas de seguridad de la ONU procedentes de Kenia llegan al país caribeño para ayudar a la policía en su lucha contra las bandas

Juan Manuel Díaz, Expatriado de Cáritas Española para Caribe y Centroamérica.

Al cierre de la edición de esta revista, y después de varios meses de deterioro gradual de la seguridad en la capital de Haití (Puerto Príncipe) por acciones violentas de bandas criminales, la Policía Nacional ha retomado la ofensiva. 

El nuevo director de la Policía, Rameau Normil, ordenó, el pasado 19 de junio, un ataque contra el FRG9, bastión de la banda más peligrosa liderada por Jimmy Chérizier, alias “Barbecue”, en el popular sector Delmas 18.

El ataque no tuvo éxito, pero es la primera vez que la policía haitiana hace una demostración de fuerza para recuperar el control de barrios de la ciudad totalmente controlados por grupos armados. “Las bandas serán erradicadas”, afirma el nuevo jefe de la policía en la ceremonia de firma de un acuerdo oficial entre el gobierno interino de Haití y la República de Kenia.

Este país africano ha liderado, voluntariamente, una nueva intervención de fuerzas de seguridad de la ONU en Haití, en cumplimiento de las resoluciones 2653 y 2700 del Consejo de Seguridad, para apoyar a la policía haitiana a terminar con las bandas.

Los primeros mil agentes de seguridad procedentes de Kenia llegaron a Haití el 25 de junio, y se desplegaron de inmediato para asegurar principales puntos de comunicación de la ciudad, y restablecer el control después de dos años de vacío de poder y caos institucional.

El método de las bandas

No será fácil. Los grupos armados se han acostumbrado a actuar con total impunidad durante demasiado tiempo. Su modo de actuar es similar. Cuando se deciden a entrar a un nuevo sector, primero atacan el puesto de policía local, si es que lo hay, y lo queman. Después colocan barricadas con piedras, maderas o basura en la entrada de las calles principales y exigen un “peaje” para pasar.

A través de estos puntos de control, en pocos días, conocen quién vive en el barrio, qué horarios de salida y entrada tiene, y cuáles son los pequeños comercios y oficinas ubicadas en el área. Comienzan entonces los pequeños robos y extorsiones, los secuestros exprés y las violaciones de mujeres. La población comienza a abandonar sus hogares hacia otros sectores de la ciudad, y los bandidos se instalan en viviendas vacías, saqueando lo que encuentran, sin nadie que se lo impida.

Las armas de alto calibre y la munición están garantizadas. Las proporcionan los grupos de narcotraficantes que utilizan Haití como escala en sus rutas hacia los Estados Unidos, y tienen mucho interés en que el país no tenga un gobierno que controle las costas donde llegan cada noche lanchas rápidas procedentes de Venezuela, Colombia y México. 

Cuando una banda ha esquilmado todo lo que puede robar en un sector se mueve al siguiente. El problema es que la parte baja de la ciudad ya está infiltrada de bandas que pelean entre ellas para controlar más territorio. Los barrios se convierten, entonces, en tierra quemada, sectores fantasmas devastados, vacíos de población, sin electricidad, agua o sistema de recogida de basura.

Actualmente, solo quedan fuera de control de las bandas las zonas altas de la ciudad, los distritos de PetionVille, alto Delmas y Peguyville, donde viven los ricos, que se protegen con seguridad privada en sus viviendas y comercios. Los pobres huyen hacia las provincias del interior, los ricos huyen hacia Estados Unidos o República Dominicana.

Una nueva esperanza

En este ambiente de abandono se produce la llegada de las tropas de Kenia, con un retraso de más de un año, desde que el ex primer ministro Ariel Henry solicitó ayuda a las Naciones Unidas.

Hay dos escenarios posibles. El primero es que las bandas de poco dinero, compuestas por jóvenes sin experiencia, huirán cuando lleguen las fuerzas de Kenia, que vienen acostumbradas a pelear con grupos islamistas de Al Qaeda en su país, y tienen fama de implacables. Ya se ha reportado un aumento de la presencia de miembros de estas bandas en zonas como Jacmel, Nippes e, incluso, se ha publicado una lista de diez fugitivos buscados por la justicia que se cree que han cruzado la frontera con República Dominicana.

El otro escenario es el de la guerra abierta con las bandas mejor equipadas y con entrenamiento militar. Una fuerte lucha que se espera que comience a partir del 1 de julio en zonas de la ciudad de alto valor estratégico, como el puerto, la zona del Champ du Mars frente a la sede del gobierno, o las rutas de acceso hacia la parte alta, y de salida hacia las provincias del norte, el este y el suroeste. 

Demostrar una posición de fuerza para luego poder negociar una amnistía parece ser la estrategia de los grandes grupos armados como 400 Mawozo, o la alianza de los nueve Grupos Hermanos FRG9, de Barbecue.

Existe una incipiente nueva esperanza de que esta vez se arreglará el problema. La ONU ha aceptado colaborar bajo el mando de la Policía Haitiana. Las tropas tienen tres o cuatro meses para demostrar que pueden imponerse, de lo contrario, perderán el respeto de la población. Si en octubre los líderes principales no han sido capturados la intervención será considerada un fracaso.

Y acaba de comenzar la temporada ciclónica, y se esperan al menos 5 huracanes de alta categoría transitando por el Caribe. Recemos porque no pasen por Haití.

Cáritas con Haití

Haití, el país más pobre y con mayor desigualdad de América, se encuentra sumido en una crisis alimentaria, de seguridad, sanitaria y política. Ante una situación tan desoladora y compleja, no podemos dejar de apoyar a la población haitiana. Súmate a este esfuerzo. Haití nos necesita.


Caixabank  ES45 2100 5731 7202 0028 7356

Banco Santander ES45 2100 5731 7202 0028 7356

Bizum 00089