En el Día de la Caridad, te animamos a salir al encuentro de las personas más vulnerables sin esperar a que llamen a tu puerta.

Eva San Martín. Equipo de Sensibilización de Cáritas Española.

La fiesta del Corpus Christi, que coincide con el Día de la Caridad, nos sitúa en el centro de la espiritualidad cristiana. En el pan y en el vino, en el reunirnos en torno a la mesa para hacer memoria y presencia de la vida, muerte y resurrección del Maestro, actualizamos nuestro sí a la propuesta de seguir el mismo camino que siguió Jesús: hacernos caridad, pan que se parte y se reparte entre nuestros hermanos y hermanas, especialmente los más pobres y frágiles.

Esto nos convierte en discípulos, amigos y seguidores de Jesús, dispuestos a hacer camino junto a Él, a renovar una y otra vez nuestra fe y nuestra confianza en su proyecto de amor.

La vida como una prueba

Sin embargo, la realidad de nuestro mundo no nos lo pone nada fácil. La desesperanza que se respira en tantos lugares del planeta, a veces cercanos, a veces lejanos, alimentada por la desigualdad y la pobreza, la escalada de la violencia global, la vulneración de los derechos humanos y un sinfín de miedos sociales, nos llevan a crear nuevas barreras, a levantar muros en la tierra, y en el corazón, para evitar el encuentro de culturas y personas (cf. Papa Francisco, Fratelli tutti, 27). La vida se convierte en una continua prueba y nuestra fe se debilita y se torna frágil. 

Estamos necesitados, como María Magdalena, de asomarnos a los sepulcros vacíos de nuestras vidas y de nuestro entorno, para encontrarnos con el mismo Jesús resucitado y volver a creer que hoy, cada día, Él está aquí, en medio de nuestro luto y de nuestro llanto, y que nos sigue invitando a derrochar todas las libras de perfume que seamos capaces de ofrecer para sanar heridas, vendar corazones y abrazar con una caricia o una palabra de ánimo y consuelo a quien lo necesita.

Celebremos el Día de la Caridad

Querer celebrar el Día de la Caridad es un signo de esperanza que saca a la luz la capacidad de amar de los seres humanos. Quienes hoy renovamos nuestro seguimiento de Jesús desde la opción de amar y servir a los demás, y desde la experiencia de sentirnos amados por Dios, estamos llamados a transformarnos en la comunidad de los conmovidos que, como Jesús delante de las innumerables personas que le seguían, “al verlos, sintió compasión”.  Se trata de movilizar el amor que llevamos dentro y dejar que salga y se ofrezca fuera.

En Cáritas, este año, lo expresamos con el lema: “Allí donde nos necesitas, abrimos camino a la esperanza”. Sabemos que, en la vida, sean cuales sean las circunstancias por las que podamos atravesar, se puede recalcular la ruta de mil maneras; solo hace falta abrir los ojos, prestar atención, y estar ahí, cerca, al lado de la gente que lo necesita, gente que está perdida, sola, olvidada, apartada…, y ofrecer lo que todas las personas llevamos dentro: amor en forma de escucha, acogida, consuelo, tiempo o una oportunidad.

Este amor creativo que toma partido por la dignidad de las personas, que se da sin precio a cambio y se hace presente en el aquí y ahora, se convierte en caridad comprometida con cada persona y sus derechos, y nos vincula como comunidad de personas y como sociedad.

¿Cómo podemos transmitir esperanza hoy en medio del sufrimiento y la pobreza?

El papa Francisco nos dice que no hay que esperar a que las personas llamen a nuestra puerta, sino llegar a ellas allí donde estén: “en sus casas, en los hospitales y en las residencias, en las calles y en los rincones oscuros donde a veces se esconden, en los centros de refugio y acogida…”; se trata de lograr “reconocerlos realmente” para que formen “parte de nuestra vida” (Mensaje para la V Jornada Mundial de los Pobres). No podemos eliminar la pobreza, el sufrimiento ni la injusticia, pero sí podemos mejorar la vida de personas que conocemos o podemos llegar a conocer.

¿Qué te proponemos?

01. Salir al encuentro de los demás para acompañar la vida.

Cada día tenemos un montón de oportunidades para estar cerca de quien nos necesita y no pasar de largo. Acompañar la vida es escuchar, cuidar, sanar, dedicar tiempo a los demás, rezar por ellos, estar a su lado.

02.Comprometerse con el bien común.

Vivir en paz y armonía, disfrutar de plenos derechos, es un anhelo común que todas las personas deberían poder disfrutar, y en Cáritas hacemos lo posible para que esto ocurra. Después de cada acogida hay toda una red de personas y recursos organizados para acompañar y proponer caminos de esperanza concretos, itinerarios de sanación, formación, de búsqueda de empleo… ¿has pensado hacer algún voluntariado? Quizás es ahora el momento.

03.Cultivar la solidaridad en comunidad.

“Nadie puede pelear la vida aisladamente. Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia adelante”, dice Francisco. Necesitamos sentirnos queridos y querer a otros, y una comunidad de pertenencia y solidaridad nos arropa y nos impulsa a sacar lo mejor de nosotros mismos y compartir tiempo, esfuerzos y bienes con los que más lo necesitan.