“Los campamentos de Cáritas son mis vacaciones favoritas”
Irina de la Hera, voluntaria de Cáritas Jerez, dedica todos los años una parte de sus vacaciones de verano a ejercer de monitora en las colonias que organiza su diocesana.
Adela Zamora. Cáritas Española
Irina tiene 19 años, es de Jerez de la Frontera y estudia el grado de Educación Primaria Bilingüe. Su relación con Cáritas comenzó en 2022, cuando una amiga le propuso participar como voluntaria en las colonias de verano de Cáritas Joven de Jerez. Aunque aún era menor de edad, se unió como premonitora. “Acepté sin pensarlo”, recuerda.
Por aquel entonces cursaba 1º de Bachillerato y siempre le habían gustado los niños y pasar tiempo con ellos, pero aún tenía dudas sobre la profesión a la que quería encaminar sus pasos. “Al terminar los campamentos, tuve claro que mi futuro estaba con los niños”.
Desde entonces, su implicación con Cáritas ha sido constante. “Siempre que mis estudios me lo permiten, participo en todas las actividades posibles. Cada una de ellas me ofrece aprendizajes que difícilmente podría adquirir en otro contexto”, afirma Irina. Para ella, el voluntariado no se limita a unas semanas de verano. “Ser voluntaria en Cáritas significa vivir el compromiso durante todo el año”, aclara.

Un verano comprometido
Aun así, siempre dedica una parte de sus vacaciones —para ella, la mejor— a los campamentos de verano de Cáritas. El pasado año se unió como monitora a un campo de trabajo en Melilla durante 15 días, una experiencia que la marcó profundamente. “Si tuviera que destacar una vivencia que me haya transformado, sin duda sería el campamento de Melilla”. Allí, el vínculo con los niños fue especialmente fuerte. Además, Cáritas organizó visitas que le permitieron conocer distintas realidades de la ciudad, “especialmente la de las familias migrantes que, empujadas por las difíciles condiciones de sus países, se ven obligadas a buscar una mejor vida en otro lugar”.
“Este año me han propuesto volver, y no he dudado un segundo: regresaré”, afirma.
Su voluntariado en los campamentos se basa tanto en inculcar valores a los niños como en disfrutar juntos de la experiencia. “Compartimos momentos de diversión, aprendizaje y convivencia que nos hacen crecer a todos”.

Las colonias urbanas que organiza Cáritas Diocesana de Jerez están dirigidas a niños de entre 5/6 y 13 años en situación de vulnerabilidad. Cada verano se elige una temática distinta, inspirada en Disney, Pixar u otros temas que encantan a los niños; participan unos 70 cada año. “Los voluntarios representamos pequeños teatros con mensajes que fomentan valores como la amistad, el respeto y la empatía”. Además, se organizan actividades como talleres de manualidades, proyecciones de películas, salidas al zoológico de Jerez o al parque acuático de la Bahía de Cádiz.
De hecho, lo que más valora Irina de este voluntariado es poder ofrecer a los niños este tipo de experiencias a las que no suelen acceder, además de “comprensión, seguridad, cariño y alegría”.
Pero también hay momentos difíciles. “Lo más duro es ser consciente de las dificultades que muchos de ellos enfrentan. A veces creemos conocer sus vidas por cómo se comportan o por lo que imaginamos. Pero la verdad es que no podemos entender esas situaciones hasta que las vemos de cerca y convivimos con ellas”.
Irina rechaza la idea de que está sacrificando sus vacaciones por estos campamentos. “Desde mi primer año como voluntaria lo tengo claro: mis voluntariados con Cáritas son mis semanas favoritas del año —afirma—. Vivo por y para estas experiencias, porque me hacen crecer, me llenan el corazón y me recuerdan por qué elegí este camino”.