Mientras haya personas, hay esperanza
Cáritas celebra el Día de la Caridad 2024
Con motivo del Día de la Caridad, que celebramos en la festividad del Corpus Christi, Cáritas nos invita a sacar a la luz los dones que llevamos dentro —la generosidad, la comprensión, la sonrisa y el compromiso—, para convertirnos en signos vivos de esperanza para los demás.
Eva San Martín. Equipo de Sensibilización de Cáritas Española.

No todo está perdido. No todo es negro y oscuro, no todo es dolor, enfermedad o violencia. Nuestro mundo está herido, sí; la dignidad humana está gravemente amenazada, también. Millones de personas viven sumidas en la pobreza más radical, abandonadas a merced de nuestro olvido, de nuestras prisas, de nuestra propia indiferencia, como nos decía el papa Francisco.
Muchas de estas personas viven junto a nuestras fronteras más íntimas y cercanas, y pasan delante de nuestros ojos con el deseo esperanzado de ser vistas, de ser escuchadas, de ser abrazadas. Esto es lo que hacen las personas voluntarias y técnicas de Cáritas de las setenta diócesis españolas: aprender a mirar, acoger y abrazar el dolor de todas esas personas sufrientes que reflejan al Cristo de la cruz, que muere abrazando y amando a toda la humanidad.
Amar sin fronteras
Esto es la caridad: amar sin fronteras, dar la vida en pequeñas o grandes dosis para que otras personas puedan también tenerla, digna, humana, vestida de los derechos humanos que todas las personas nos merecemos tener por derecho.
Insisto: no todo está perdido, no todo es vacío. “Dios camina con nosotros: esta es nuestra esperanza. Él nunca nos deja solos”, habita nuestra mirada y da forma a la bondad que nos mueve a la solidaridad, a la generosidad, al impulso de ayudar y servir a los demás.
Dios camina con nosotros: esta es nuestra esperanza. Él nunca nos deja solos”
Celebra la Caridad, haz posible la Esperanza
En este año jubilar, “Mientras haya personas, hay esperanza”. Este es el lema que Cáritas propone para esta gran celebración del amor.
Esta fiesta del Cuerpo y la Sangre de Jesús, este gesto íntimo de comunión con Dios y entre nosotros, anticipado con el gesto de servir, de lavar los pies con humildad, nos convoca a la mesa de la fraternidad, donde cabemos todas las personas: las que lloran, las que son consoladas, las que pasan hambre, las que tienen sed de justicia, las que hacen de su día a día un canto por la paz.
En esta mesa estamos invitados a hacernos pan partido, junto con Jesús, para dar vida al mundo, para acariciarlo y aliviar las heridas con ternura.
Pero no se trata de convertirnos en héroes ni de salvar a nadie, sino de gastar la vida y entregarla amando. Se trata de sacar a la luz todo lo bueno que llevamos dentro: la generosidad, la comprensión, la sonrisa, el compromiso. Se trata de multiplicar los dones y habilidades que tenemos y hacer lo que esté en nuestra mano para ser signos vivos de esperanza.
Moviliza la Esperanza con tus gestos
Ora por y con los demás. No subestimes el poder de la oración. “Cuando dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy en medio de ellos”, dice Jesús. Busca el silencio, ora y contempla. Orar con otros aumenta nuestra fe.
Comparte tu experiencia de fe, sé testigo de esperanza. Tu vida puede animar e inspirar a otras personas. La esperanza se contagia cuando brota del corazón.
Participa en espacios de sanación interior y reconciliación; en algún grupo para compartir la fe, la vida y el compromiso. La paz y la sanación no vienen solas, hay que buscarlas y cultivarlas.
Escucha con el corazón, sin juzgar. Escuchar con empatía, puede devolver la esperanza y sacar de la invisibilidad y la tristeza a otra persona.
Exprésate con palabras positivas y constructivas. Hablar con esperanza y alentar a otros a ver el lado bueno de las situaciones, mejora el ambiente y la perspectiva.
Celebra la vida y la resurrección con alegría. Da gracias por la vida y sé testigo de paz y alegría.