Viajamos a la Rioja alavesa para conocer una empresa de inserción que trabaja para promover la inclusión de personas vulnerables, y para cambiar el temporerismo en el sector agrícola.

Gema Martín Borrego. Cáritas Española

Salir de la exclusión para ir al campo

Octubre es mes de vendimia en la Rioja alavesa. Rachid y José Antonio se afanan en las viñas. El primero es peón agrícola. El segundo también, pero, además, está a cargo de una cuadrilla de temporeros que estos días recoge uvas en la afamada comarca vasca de la Denominación de Origen Rioja.

Ambos trabajan en Lanagro, una empresa de inserción para personas en riesgo de exclusión creada en abril de 2023 por ENDDA –asociación para la inclusión socio-laboral en el mundo rural– y Cáritas Diocesana de Vitoria. José Antonio Jiménez, 46 años  y natural de Logroño, lleva toda su vida encadenando empleos temporales y precarios en el campo. Rachid Daoudi es un joven marroquí de 23 años, que llegó a España siendo menor de edad. Consiguió regularizar su situación al participar en un curso de formación en huertos organizado por Cáritas. “Estuve un año formándome, y después de obtener mi permiso de trabajo me uní a Lanagro”, cuenta orgulloso. 

“Queremos ayudar a transitar del temporerismo actual a un modelo de trabajo estable”, dice Auxtin.

“Lanagro contrata a personas temporeras de forma estable –explica Auxtin Ortiz, el director de la empresa de inserción–; las acompaña, les facilita una intensa formación continua e invierte en nuevas herramientas agrarias”. Por supuesto, también busca un alojamiento adecuado a las personas que no son de la zona.

Para entender el compromiso social de Lanagro es importante explicar el sector económico en el que se enmarca su actividad. Según datos del Servicio Vasco de Empleo (LANBIDE), en el año 2019 trabajaron 9.587 personas temporeras en el País Vasco; más de la mitad de ellas (5.166) decidieron quedarse a vivir en la comunidad autónoma. “Estas personas suelen tener contratos de muy corta duración [de días o semanas] en el primer sector, que alternan con períodos laboralmente inactivos. Dicho de otro modo, son, en su inmensa mayoría, personas en situación de exclusión social”, señala Auxtin.

Por otra parte, según datos de HAZI (entidad del Gobierno vasco para el desarrollo rural), harían falta unas mil personas trabajando a tiempo completo durante todo el año en el primer sector. “Además, las bodegas de Rioja Alavesa y los productores de la zona tienen dificultades para encontrar personas capaces de conducir maquinaria o aplicar fitosanitarios con seguridad”, añade Auxtin, que destaca “el cambio que Lanagro quiere catalizar” en el sector primario: “Queremos ayudar a transitar del modelo actual del temporerismo [con altas tasas de temporalidad y exclusión social] a un modelo de trabajo estable, con formación e inclusión socio-laboral”, concluye.

Rachid y José Antonio, actualmente, trabajan todo el año. “Estoy muy contento por la formación que me dan. Ya soy un profesional del campo y aprendo cosas nuevas cada día”, cuenta Rachid.

La empresa está ubicada en Moreda de Álava. En esta zona las temporadas altas de trabajo coinciden con las diferentes campañas que se llevan a cabo en la uva, la pera, la manzana y el olivar. “Los profesionales de Lanagro trabajan en la poda de la vid, la espergura, el aclareo y la recogida de la pera, o la vendimia; actividades que se van haciendo durante todas las estaciones”, explica Leticia Alfaya, técnica de Acompañamiento a la Producción de Lanagro que acompaña a las personas en su trabajo diario.

“Estoy muy contento por la formación que me dan”, cuenta Rachid.

Cuando llega la temporada baja es el momento de realizar los trabajos de jardinería o los servicios ambientales que esta empresa de inserción también oferta. “El objetivo es encadenar diversos trabajos que permitan a las personas tener un empleo estable”, insiste Auxtin.

En la actualidad, hay 12 personas en Lanagro: nueve peones agrícolas, un gerente, un técnico de acompañamiento a la producción y otro a la inserción. Este último es el encargado de acompañar a los trabajadores en el diseño y la ejecución de su plan personal de empleo. “Cada uno de nuestros trabajadores realiza, al entrar en la empresa, un plan de formación y empleo, donde se fija una serie de objetivos de mejora personal y profesional”, explica Leticia.

“La idea es que todos ellos puedan completar ese plan en tres años, para después dar el salto a la empresa ordinaria”, añade. Mientras tanto, Rachid y José Antonio siguen “adquiriendo aprendizajes y experiencia”, y aportando su “capacidad de trabajo”. “Estoy muy orgulloso de lo que hago, siempre vengo con la mejor disposición, y lo que tengo me lo he ganado honradamente, trabajando muy duro”, sentencia José Antonio.

Auxtin Ortiz cuenta que hace escasos días han conseguido incorporar a la primera persona mediante un proceso de arraigo social. “Ali Kasmi llevaba 5 años viviendo “sin papeles” en Oyón y, después de tres meses de trámites, la Oficina de Extranjería le ha concedido un permiso de residencia y trabajo para incorporarse a Lanagro. Creo que hemos abierto una puerta esperanzadora en este sentido”, concluye.