Al salir de prisión muchas personas se encuentran en una situación límite. No tienen dinero, ni trabajo, ni una red familiar o de amigos, porque, en muchos casos, han roto relaciones con su familia y están solas.

Cáritas Barcelona, como otras muchas Cáritas Diocesanas de nuestro país, ofrece a estas personas unos espacios donde sentirse seguras y acompañadas. “Son una puerta que se abre a nuevas oportunidades esperanzadoras y llenas de cambio para muchos hombres y mujeres que provienen de instituciones penitenciarias”, explican en Cáritas Barcelona. Estos lugares son la Llar Betania y la casa Pere Oliveres, donde se acogen mensualmente a casi 40 personas con permisos penitenciarios o en libertad condicional. La primera es una casa de acogida para mujeres, y la segunda ofrece vivienda y formación a 16 hombres.