El sinhogarismo es una realidad dramática y dolorosa que afecta cada día a más personas. El camino que recorren Santiago, María o Abdul está lleno de obstáculos, pero cuando encuentran a otros que los miran y escuchan como lo que son, personas, todo cambia

Lucas Izquierdo. Cáritas Española

El camino de las personas sin hogar es largo y duro. A veces luchan por superar los obstáculos con los que se encuentran, pero otras veces se sienten sin fuerzas, perdidos, solos…
La mayoría de ellos dejan, tras de sí, huellas de soledad e incomprensión, cargan historias de vida rotas y enfrentan numerosas dificultades para acceder a una vivienda, a un empleo o, simplemente, para salir de la invisibilidad a la que, como sociedad, les relegamos habitualmente. En Cáritas queremos visibilizarlos y acompañarlos en su tránsito para que, juntos, convirtamos la vida en un camino de esperanza. Y todo empieza por escuchar su historia, sus dificultades, sus luchas, sus deseos…

Un día en la calle

“Amanece. Me despierto entre el frío de la mañana y el ruido atronador de la gran ciudad que se va desperezando y a la que le parezco invisible. Voy a la plaza y me acerco a la fuente. Es un buen momento para lavarme la cara. Aunque ya empiezo a tener la sensación de que hay mucha gente caminando de un lado para otro, nadie se fija en mí”. Así comienza su día Santiago, de 52 años; un día que se parece mucho al de otras personas que duermen en la calle, pero a las que nadie ve…, o fingimos no ver. 

“Siento envidia cuando veo a la gente en las terrazas charlando; yo tengo la sensación de no importarle a nadie” cuenta María

Y así se sienten la mayoría de ellas: “Siento envidia cuando veo a la gente en las terrazas charlando; yo tengo la sensación de no importarle a nadie”, cuenta María, nombre ficticio de una mujer en situación de sinhogarismo. En efecto, la soledad, la tristeza, la frustración, el miedo y la indefensión son sentimientos comunes a muchas de estas personas. “Cuando sufres soledad y no tienes ayuda de nadie, es imposible salir de la calle”, apunta Santiago. “Por el contrario, que la gente me vea y que me escuche, puede ayudar a cambiar mi camino”, añade María. 

Con planes y sueños

Porque todas las personas con las que hemos hablado tienen esperanzas, sueños y planes de futuro. “Quiero trabajo, una casa, tener relación con otras personas, que se me respete y se me trate con dignidad”. Y para conseguirlo nos piden ayuda; nos piden que los “veamos”, que los conozcamos, que tengamos empatía y rechacemos los prejuicios, que luchemos junto a ellos para reivindicar sus derechos.

“He llegado a salir de la tienda de campaña y escuchar a unos chavalillos de 10 o 12 años decir: ‘mira el pobre ese´, y empezar a reírse. Y pensar tú, pero qué tipo de educación les están dando para que chavales de 10 años se estén riendo de una persona en esta situación”, se pregunta Alberto.

Pero es una pregunta para la que no tiene respuesta, porque además, como él mismo recalca, todos podemos llegar a sufrir la realidad del sinhogarismo. La pérdida del empleo, problemas de salud mental, alejamiento de la familia, alcoholismo, subida del alquiler de la vivienda, proceso migratorio, son factores desencadenantes de esta situación que pueden afectar a todos. Así le ocurrió a Abdul, una de las personas atendidas por Cáritas: “Al no tener papeles, me vi obligado a trabajar en la economía sumergida; estoy explotado y no puedo pagar una habitación ni cubrir mis necesidades básicas”. “Creemos que el sinhogarismo afecta a unos pocos, pero en realidad afecta a muchas personas, y a todos de manera directa o indirecta”, añade.

Tú puedes ser Abdul

En efecto, vivir sin hogar o en un hogar precario en España no es una situación tan excepcional en medio de la persistente crisis que afecta a miles de personas. Según se recoge en el último Informe AROPE, en 2023, 566.000 hogares se encontraban en una situación extrema de carencia de ingresos, lo que impide su acceso a una vivienda digna y segura. 

Además, desde 2015, el precio de la vivienda ha aumentado un 51%, incrementándose al 74% en el caso de la vivienda nueva. Otro dato alarmante, según el Informe FOESSA de 2021, es que el 16% de las familias tienen que dedicar más del 60% de los ingresos a pagar el alquiler, lo que limita enormemente su capacidad para cubrir otras necesidades básicas. Como resultado de esto, el 30% de las familias viven en viviendas que no cumplen con las condiciones mínimas de dignidad y adecuación para la vida cotidiana.

Por eso, Santiago, Abdul, María, Alberto, y tantas personas que acompañamos en Cáritas, nos piden que nos pongamos en su lugar y que recordemos que todos ellos tienen tanto que aportar a la sociedad como el que más. “Quiero dejar de sentirme tan desconectado después de todos los años que he pasado encerrado en una habitación o malviviendo en la calle. Quiero sentir que soy parte de la sociedad. Puedo hacerlo, tengo una mochila cargada de experiencias de vida”, concluye María. 

Cifras

Según datos del INE de 2022, un total de 28.552 personas sin hogar fueron atendidas en centros asistenciales, lo que supone un aumento del 24,5% en comparación con 2012. Los factores desencadenantes más comunes son: