Haití, el país que nadie recuerda
El país caribeño vive una emergencia humanitaria ante la indiferencia de la comunidad internacional.
Gema Martín Borrego. Cáritas Española
En un país acostumbrado a convivir con la violencia de las bandas, el asesinato de 207 personas durante el primer fin de semana de diciembre en una de las barriadas más pobres de Puerto Príncipe (Haití) conmocionó a toda la población. La mayoría de las víctimas eran personas mayores, a quienes el líder de una banda local acusó de practicar vudú y de haber provocado la enfermedad –y posterior fallecimiento– de su hijo, lo que desató una auténtica cacería por parte de sus acólitos.
Esta masacre es un ejemplo más de la brutalidad de los grupos criminales que controlan gran parte del territorio haitiano, especialmente su capital, Puerto Príncipe. También es una muestra de la indiferencia de la comunidad internacional hacia un país que carece de recursos naturales y de importancia geoestratégica.
“Tenemos miedo de que la comunidad internacional nos olvide, porque la situación que vivimos es muy grave”, lamenta el padre Yvel Germain, director de Cáritas Haití.

Violencia que no cesa
Según los datos de Naciones Unidas, al menos 5.601 personas murieron en Haití el año pasado como consecuencia de la violencia de las bandas, lo que supone un aumento de más de 1.000 respecto a 2023. Otras 2.212 personas resultaron heridas y 1.494 fueron secuestradas.
Esta violencia ha agravado la emergencia humanitaria que sufre el país más pobre y desigual de América y que, desde hace muchos años, enfrenta otras tres crisis: la política –no hay elecciones democráticas desde 2016 y la corrupción es generalizada–; la medioambiental –Haití padece un grave problema de deforestación y contaminación y es altamente vulnerable a los desastres naturales–, y la alimentaria –5,5 millones de personas se encuentran en situación de inseguridad alimentaria–. “En estos momentos, la ayuda internacional es fundamental –apunta el padre Yvel Germain–. La misión de la ONU que llegó a Haití el verano pasado para apoyar a la policía en la lucha contra las pandillas ha mejorado la situación en algunas zonas de Puerto Príncipe, pero es insuficiente. La realidad demuestra que tienen un control territorial muy amplio, lo que les permite dominar muchas zonas de la capital y del resto del país, impidiendo el acceso y el tránsito. Es muy difícil viajar”, insiste.
Como ejemplo, este sacerdote cuenta que “cuando Cáritas quiere hacer alguna distribución de alimentos en el sur, tiene que transportar los productos en barco para evitar las zonas controladas por las bandas”. Y añade: “Para poder salir del país y venir a España [no hay vuelos en Haití], tuve que usar coche, moto y caminar durante una hora y media hasta la frontera con la República Dominicana debido al bloqueo impuesto por las pandillas”.
Crisis de desplazados
A medida que la crisis se agrava, la movilidad forzosa de la población aumenta. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), más de un millón de personas se encuentran desplazadas internamente en Haití, y la mitad de ellas son menores. A esto se suman los miles de haitianos que han huido a la República Dominicana y están siendo devueltos en deportaciones masivas.
“Cáritas es la puerta de entrada para las personas que vuelven forzosamente de la República Dominicana –explica el padre Yvel Germain–. Siempre que podemos, tratamos de encontrarles alojamiento en familias de acogida. También lo hacemos con el resto de desplazados”.
Cáritas tiene la ventaja de estar presente en los diez departamentos del país, lo que la posiciona como un actor clave, incluso en las zonas de riesgo. “Nosotros seguimos trabajando en Haití, independientemente de quién controle cada zona. Estamos al lado de la gente más pobre y de quienes ven vulnerados sus derechos. La Iglesia continúa celebrando misas y distribuyendo alimentos y, de momento, puede mantener su actividad”, cuenta el sacerdote. Por eso, pide a la comunidad internacional que apoye a las organizaciones con presencia estable en Haití desde hace mucho tiempo.

Cáritas, siempre presente
Además de la atención a desplazados, Cáritas desarrolla proyectos relacionados con el derecho a la alimentación y la salud, el apoyo al emprendimiento y la educación. “Nuestros proyectos educativos se centran en los niños más vulnerables. Se habla mucho de los jóvenes que entran en las bandas, pero se desatiende a los niños que viven en la calle, sin techo, sin comida y sin nadie que se haga cargo de ellos”, lamenta Yvel Germain.
Cáritas Española acompaña a Cáritas Haití desde hace más de 27 años y, en los últimos tres, ha destinado 2,4 millones de euros a proyectos que han mejorado la vida de 20.000 personas. “La población haitiana es fuerte y resiliente, y merece toda la ayuda que podamos ofrecerle”, afirma el padre Yvel.

“La población haitiana es fuerte y resiliente y merece toda la ayuda que podamos ofrecerle”, afirma el padre Yvel.
Intervención
Cáritas Española, en alianza con las Cáritas de Haití, ha contribuido durante los tres últimos años de crisis a mejorar la vida de 20.000 personas a través de 10 proyectos de acción humanitaria, medios de vida y desarrollo.
Tras la crisis de violencia y personas desplazadas internas, Cáritas Española lanzó una campaña de emergencia para atender a las personas más vulnerables. Cáritas Internationalis ha lanzado un EA (llamada de emergencia) a toda la confederación para atender a la población desplazada por la violencia.
