En este artículo buscamos las razones por las que la tasa de fecundidad en España es una de las más bajas del mundo.

María Moscardó Bolinches, miembro del Equipo de Estudios de Cáritas Española y de la Fundación FOESSA.

España cuenta con uno de los índices de fecundidad más bajos del mundo. Un “récord” que ostenta desde hace ya varios años y que no parece mostrar ningún síntoma de cambio a corto plazo. Pero, ¿existe una respuesta al porqué?

Para tratar de responder esta pregunta es conveniente tener presente que la familia se ve influenciada y se va adaptando a una sociedad en constante cambio. En las últimas décadas, las personas jóvenes han ido retrasando su emancipación y la formación de una familia. Cada vez se tienen menos hijos; es decir, hay un descenso de la fecundidad que se demuestra en todos los países europeos y que se puede explicar desde distintos puntos de vista.

Cambio de esquemas

Uno de ellos tiene que ver con el cambio de esquemas que tradicionalmente han sido aceptados, por ejemplo, menor preferencia por el matrimonio, la diversidad de formas de convivencia, la generalización del individualismo o el hecho de aplazar la decisión de tener hijos o hijas. 

Otro de los puntos de vista tiene que ver con las consecuencias que suponen las continuas crisis económicas, la precariedad laboral, la incorporación de la mujer al mercado laboral, la prolongación en el tiempo de los estudios y el impacto de las políticas públicas, sobre todo con aquellas relacionadas con los cuidados y el apoyo a las familias. 

La influencia de las políticas públicas

En línea con estas ideas, la obra “Estudio de la relación existente entre políticas familiares y fecundidad en España: aportaciones desde una investigación social multidisciplinar”, realizada por el equipo de Begoña Elizalde-San Miguel, Vicente Díaz Gandasegui y María T. Sanz García –que fue premiada en la edición 2022 de los premios de investigación convocados por la Fundación FOESSA–, ayuda a entender la relación entre el descenso de la fecundidad y las políticas familiares.  

La singularidad de este estudio se encuentra en el uso coordinado de las matemáticas y la sociología para descubrir las razones por las que la tasa de fecundidad en España es una de las más bajas del mundo. Las políticas familiares seleccionadas y analizadas en la investigación son el número de plazas públicas educativas entre 0 y 3 años, las bajas parentales y las ayudas económicas, que se consideran las políticas que más facilitan la conciliación de la vida laboral y familiar, la igualdad de género y clase social. 

Evolución de las tasas de fecundidad por grupos de edad de la madre

(nacidos por 1.000 mujeres en edad fértil)

Necesitamos nuevas medidas

Es importante darse cuenta de que, tradicionalmente, las familias, y en concreto las mujeres, han sido las encargadas de los cuidados de los niños y niñas. Sin embargo, en la actualidad, con la incorporación de la mujer al mercado laboral, se necesitan políticas públicas que se adapten también a esos cambios, que tengan perspectiva de género, que apoyen a las familias con los cuidados y que faciliten que haya responsabilidades reales compartidas entre hombres y mujeres, dentro y fuera del hogar. 

En este contexto, el débil y desigual desarrollo de las políticas familiares en España implica que, de forma consciente, o no, las tareas de cuidados siguen recayendo, en mayor medida, sobre las mujeres, lo cual tiene también impacto en las tasas de fecundidad. 

Un futuro incierto

Pero, ¿y qué ocurre cuando proyectamos el modelo actual de políticas familiares hacia el futuro? Los resultados obtenidos en España son contundentes y demuestran que, si no se mejora el desarrollo de las políticas familiares que envíen un mensaje de compromiso y apoyo a las familias, no se producirá el deseado aumento en las tasas de fecundidad. 

No existen fórmulas mágicas. Sin embargo, este análisis debe servirnos de reflexión para repensar la situación actual y evitar transitar por un camino que ya estamos recorriendo y que dificulta que, en España, de forma más lenta que en otros países de nuestro entorno, las personas tomen la decisión de tener, o no, hijos e hijas.