Por segundo año consecutivo, los ucranianos están pasando la Navidad en guerra. “La gente está agotada –nos cuenta el padre Andriy Bukhvak, director de Cáritas Zaporizhzhia (provincia en el sudeste del país)–. Hay sentimientos encontrados: cansancio por una guerra que dura ya mucho tiempo, y dolor por la pérdida del hogar y de las personas queridas. Pero, al mismo tiempo, podemos ver esperanza; incluso aquí, en Zaporizhzhia, donde está ocupado casi el 70 por ciento del territorio”.  

Gema Martín Borrego. Cáritas Española

La Navidad se adelanta del 7 de enero al 25 de diciembre

Ucrania abandona el calendario juliano (que sigue la Iglesia ortodoxa rusa) y se une al gregoriano. Desde este año, todas las comunidades cristianas del país celebran la Navidad el 25 de diciembre en lugar del 7 de enero.

Bajo las bombas

El pasado año el pueblo ucraniano vivió su primera Navidad en medio de un conflicto armado. “Hubo muchos bombardeos –recuerda el director de Cáritas Zaporizhzhia–. El Estado ocupante se dedicó a destruir infraestructuras y suministros energéticos para quitar la luz y el calor a la gente, precisamente en la época navideña, y así minar su moral”.

Sin embargo, la Navidad pasada había esperanzas de que en 2023 terminaría la guerra. “Había buenas señales –apunta el padre Andriy–. Pudimos recuperar muchos territorios, como la región de Kiev, la de Járkov y la parte sur de Ucrania. Pensábamos que para finales de año Ucrania estaría en paz”.

Otro invierno duro

Desgraciadamente, no se han cumplido las expectativas, y los ucranianos están viviendo otro invierno muy duro. “En Kiev se han conseguido reparar miles de hogares que sufrieron daños. Sin embargo, en otras regiones la situación es crítica, y la gente vive en edificios en muy malas condiciones”, explica Valentyn Bebik, director del Departamento de Ayuda Humanitaria de Cáritas Ucrania.

Estas regiones recibían el gas de Rusia, que ha cortado el suministro. Como resultado, miles de hogares no tienen calefacción y otros recurren a combustibles sólidos, de los que se están eliminando en Europa: madera, briquetas, carbón… “Cerca de Zaporizhzhia hay una zona con suficiente carbón, pero está ocupada. Por eso la gente tala bosques para estar caliente”.

Sin sistemas de calefacción comunitarios las personas utilizan estufas de combustible sólido para sobrevivir, algunas de ellas compradas y distribuidas por Cáritas. También duermen vestidas y recurren a calentadores eléctricos que, a veces, sobrecargan la red de suministro de energía haciendo que todo el sistema colapse.

Personas mayores y vulnerables

El invierno es especialmente difícil en las aldeas cercanas al frente, sobre todo, para las personas con discapacidad y los ancianos que, además, están solos. “Aunque los voluntarios de Cáritas les proporcionan artículos esenciales, les ayudan a transportar leña, carbón o agua y les preparan la comida, vivir en medio de constantes bombardeos es un desafío enorme para estas personas vulnerables”, lamenta Valentyn.

“Nuestro pueblo es resiliente e intenta apoyar a los demás. Muchas personas se han unido a Cáritas como voluntarias y están ayudando a familias enteras a reubicarse en zonas seguras”, añade el padre Andriy Bukhvak. La red de Cáritas en Ucrania cuenta con más de 60 refugios, en su mayoría habitados por personas mayores.

Olena, una mujer desplazada de la ciudad de Novohrodivka, lleva unas semanas en el albergue de Zaporizhzhia, donde se siente acompañada, segura y querida, pero también triste por tener que pasar la Navidad separada de su familia. “Nosotros no celebramos la Navidad desde 2014, cuando Rusia ocupó el Dombás. Sin luz ni calefacción, y con toque de queda y explosiones, ¿qué tipo de celebración íbamos a hacer?”, pregunta.

Vivir la Navidad

A pesar de todo, Olena espera tener una “maravillosa Nochebuena” en el refugio. El padre Bukhvak explica que la Navidad en Ucrania comienza con el Día de San Nicolás (el 6 de diciembre), en el que intentan envolver en “calidez cristiana y en un ambiente navideño” a las madres que han perdido a sus hijos en el frente y a los niños que atienden en Cáritas. “Cantamos villancicos y ponemos belenes”. Además, realizan la tradicional campaña «Vela de Navidad», una iniciativa de Cáritas que consiste en la venta benéfica de velas hechas por personas con necesidades especiales. Las donaciones son para ayudar a niños afectados por la guerra, huérfanos, menores con discapacidad, e hijos de desplazados internos y de familias de bajos ingresos. “De esta manera, transmitimos a estos niños que Dios y las personas que les rodean los aman y se preocupan por su futuro. Cada vela navideña encendida es una contribución al cuidado de los niños vulnerables”, señala este sacerdote.

“Después de todo –concluye–, la persona que enciende una vela, ayuda a encender la llama de la esperanza en los corazones de estos pequeños”.

Cáritas con Ucrania

Cuando los focos mediáticos se apagan, recuperar la normalidad en la vida de las personas implica una intervención diaria que requiere de financiación constante. Si puedes, ayuda ahora.


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