Me llamo Valeria y soy cooperante de Cáritas en el Cuerno de África. ¿Por qué trabajo en esto? Fue una decisión motivada por algunas experiencias de voluntariado en terreno que viví. Después de aquello, surgió en mí un gran deseo de profesionalizarme en el sector de la cooperación.

Valeria Mugarra Hernández, cooperante regional de Cáritas Española en el Cuerno de África.

Cuando empecé a trabajar pude corroborar que, al contrario de lo que muchas veces se piensa, ser cooperante no es únicamente vivir y “hacer proyectos” en países en vías de desarrollo. Ser cooperante implica llevar a cabo tu labor profesional, con la mayor calidad posible, en el país en el que te encuentras, poniendo cara a las personas que participan en los proyectos y conociendo, de primera mano, las realidades a las que se enfrentan.

El valor de la persona

Hace dos años que vivo en Addis Abeba (Etiopía) y, en mi día a día, he podido conocer diferentes realidades donde intentamos dar apoyo en las necesidades que la población identifica. Considero que el mérito de la cooperación no está ni en las grandes organizaciones ni en quienes, como yo, nos trasladamos a otro país a ejercer nuestro trabajo. El mérito reside principalmente en las personas que, desde su realidad, se esfuerzan en poner nombre a las necesidades a las que se enfrentan y buscan posibles soluciones o alternativas. 

A partir de ahí entramos el resto de personas e instituciones, quienes apoyamos con conocimientos técnicos o prácticos y acompañamos en la búsqueda de opciones para conseguir las soluciones propuestas, localizar fuentes de financiación, etc.

Al conocer a las personas que participan en los proyectos que tenemos en la región, no hago más que darme cuenta de la fuerza que tienen, y que nuestro trabajo no es más que un impulso para que realicen aquellas actividades o iniciativas que, debido al contexto en el que están, la falta de oportunidades u otras razones personales, no han podido hacer anteriormente. Es un privilegio poder colaborar con ellas, ver cómo van avanzando a lo largo de los años, conocer sus ideas a futuro y ver cómo se materializan.

En Cáritas se vive realmente la cooperación fraterna, escuchando, respetando y colaborando con la Iglesia local y con el equipo de las Cáritas locales con las que trabajamos. Desde que formo parte de Cáritas he encontrado una organización que se preocupa por las personas con las que trabajamos, donde el equipo local conoce a todas las familias que participan en nuestros proyectos, donde la relación es cercana por el trabajo conjunto y donde se escucha las necesidades que las diferentes comunidades presentan y se atiende a las soluciones que proponen. 

Situaciones devastadoras

Sin embargo, como sucede en todos los sectores laborales, también encontramos situaciones complicadas de gestionar, debido a que en muchas ocasiones vivimos en países en situación de gran inestabilidad política, social y económica; realidades donde la vida de muchas personas y el trabajo de muchas familias, se ve destruido completamente por guerras, conflictos, desastres naturales… Son situaciones absolutamente devastadoras. 

Ante esto surgen dudas, preguntas y sentimientos encontrados, pero al igual que hacen quienes se han visto afectados de primera mano, toca recomponerse y seguir adelante con el apoyo de las comunidades, y poniendo nuestro mayor esfuerzo.

Ser cooperante en Cáritas

Personalmente creo que uno de nuestros grandes valores es que situamos a las personas en el centro de nuestro trabajo, buscando que el impacto que tengan nuestros proyectos sea beneficioso para quienes participan en ellos, poniendo nuestro empeño en cuidar la forma de trabajar y las diferencias culturales.

El mérito reside principalmente en las personas que, desde su realidad, se esfuerzan en poner nombre a las necesidades a las que se enfrentan y buscar posibles soluciones o alternativas

Poner rostro a la gente

Considero que ser cooperante no es fácil por la lejanía de tus seres queridos que conlleva y por la dureza de las situaciones que puedes enfrentar y a las que, normalmente, no estás acostumbrada. Sin embargo, cuando pongo cara a las personas para quienes trabajo y me esfuerzo, todo ha merecido la pena.