Analizamos la relación entre cambio climático y exclusión social. Las personas más vulnerables de nuestro país ya están sufriendo sus perjudiciales efectos.

Pedro Fuentes, miembro del equipo de Estudios de Cáritas Española

Estas líneas se escribieron mientras estábamos padeciendo unas temperaturas récord, llegando en algunas zonas de España a casi 40 grados, a finales del mes de abril, en un año de sequía, tras haber salido de lo más grave de la pandemia de la COVID 19… Fenómenos todos ellos fruto, en gran parte, de la crisis ambiental en la que el planeta en su conjunto está inmerso y que tiene en el calentamiento global su manifestación más evidente.

Crisis ecológica mundial

Si bien la crisis ecológica es un fenómeno transversal, y una amenaza global al conjunto de la humanidad, su proceso de desarrollo y sus primeras consecuencias no afectan a todos por igual. Son, una vez más, los grupos sociales más vulnerables los que primero y de manera más contundente las sufren; a escala planetaria y localmente.

Impacto del cambio climático en España

Veamos algunos datos de la realidad en nuestro país.

Según la Encuesta de Presupuestos Familiares del INE de 2021, los hogares con ingresos mensuales más bajos destinan de media casi un 18% de los mismos a alimentación y un 9% a suministros del hogar, frente a los hogares de renta más alta, que lo hacen en un 12% y un 6% respectivamente.

Haciendo una sencilla cuenta, a un hogar que ingresa 499 euros le quedan 365 euros para el

resto de gastos, y a uno que ingresa 5.000 euros le quedan 4.100 euros (ver tabla 1). Hemos cogido los dos extremos de la distribución del gasto de los hogares, pero podemos concluir que a mayores ingresos se reduce el porcentaje destinado a gastos de alimentación, agua y energía.

Los factores climáticos no son los únicos, pero sí son determinantes en la fijación del precio de estos bienes imprescindibles para la vida: los alimentos, el agua, la electricidad… Y en el caso de España, junto a la guerra de Ucrania, el peso de la sequía no es en absoluto despreciable. Teniendo en cuenta que, además, al tratarse de datos de 2021, no estamos teniendo en cuenta el impacto amplificador de la actual crisis inflacionaria. Con ella hemos aprendido el concepto de inflación subyacente, que es aquella que excluye los precios de los productos agrícolas y las energías, por ser siempre los más volátiles.

No es preciso aportar muchos datos para comprender también que el nivel de renta del hogar condiciona, por ejemplo, la capacidad para acometer medidas para hacer las casas más eficientes energéticamente, tales como aislamientos, electrodomésticos de bajo consumo, instalaciones de autoconsumo energético, o que el acceso a alimentos saludables depende en buena parte del nivel adquisitivo. De nuevo según la misma encuesta, los hogares de renta más alta gastan casi el doble en conservación y reparación de la vivienda (1,01% frente a 0,65%) y un 15% más en aparatos domésticos (0,83% frente a 0,69%)

Desertificación y exclusión social

Si pasamos ahora de la economía a la geografía observamos también algunas relaciones significativas entre crisis climática y exclusión social.  En el mapa de abajo, en rojo están señaladas las zonas de mayor riesgo de desertificación, y en el de arriba, en color oscuro las zonas con mayor acumulación de casos de exclusión social. En ambos mapas vemos un patrón similar y cómo coinciden las áreas de mayor riesgo de desertificación con las de exclusión social, lo que, de nuevo, nos indica que las consecuencias del cambio climático repercuten más sobre los excluidos, también desde la perspectiva territorial.

Éstas son solo algunas pinceladas que vienen a demostrar la estrecha relación entre cambio climático y exclusión social, especialmente en lo que se refiere a padecer, hoy ya, sus principales consecuencias. Cáritas ni está ni puede estar al margen de los esfuerzos por mitigar el cambio climático que es también trabajar para revertir la exclusión social.