Corr the Jute Works, la iniciativa de comercio justo impulsada por Cáritas, cumple 50 años mejorando la vida de las mujeres más vulnerables de Bangladesh.

Gema Martín Borrego. Cáritas Española

A principios de los años 70, tras finalizar su guerra de independencia contra Pakistán, Bangladesh había conseguido convertirse en una nación autónoma. El país era libre, pero muy pobre. El conflicto destruyó la economía y sus escasas infraestructuras y dejó viudas a cientos de miles de mujeres. En 1971, con el objetivo de aliviar la pobreza en las zonas rurales más afectadas por el conflicto, CORR (Cáritas Bangladesh) puso en marcha un programa de rehabilitación y reconstrucción centrado en mejorar el futuro de las viudas y víctimas por la guerra.

Todo empezó con el yute

¿Cómo podrían sobrevivir unas mujeres sin formación, sin trabajo y sin apoyo en un país que discriminaba y mantenía aislada a la población femenina, sobre todo a la indígena?  Así surgió la idea de capacitar a estas mujeres en artesanía de yute, una planta que crecía por todas partes en un momento en el que apenas se cultivaba nada. De esta manera conseguían un empleo a tiempo parcial en sus hogares y ganaban algo de dinero para sus familias. Al principio vendían sus artesanías en el mercado local, pero pronto sus productos empezaron a exportarse y, en septiembre de 1973, se constituyó Corr the Jute Works.

Casi 5.000 artesanas

Actualmente Corr the Jute Works trabaja con cerca de 5.000 artesanas (el 90% son mujeres), agrupadas en cooperativas, que viven en barrios muy pobres o en comunidades rurales. Estas mujeres son indígenas, refugiadas, con discapacidad o con otras vulnerabilidades. Y sus productos (bolsos y cestas, decoración, juguetes, menaje del hogar…), confeccionados con yute y otros materiales, como bambú, cera o algodón, se venden en más de treinta países, incluido España, donde se pueden encontrar sus productos en cualquiera de los 45 puntos de venta de comercio justo de Cáritas.

Pero esta organización no solo mejora la vida de las artesanas y sus familias, también de la comunidad en la que viven. La mayoría de las mujeres de las cooperativas aprenden a escribir, reciben formación y tienen acceso a préstamos, con los crean otros negocios, que se suman a los que genera el propio trabajo artesano, como los proveedores de yute. Además, los beneficios de la cooperativa se destinan al desarrollo de los recursos educativos, higiénicos y sanitarios de la comunidad.

Aquí puedes encontrar tu punto de venta de comercio justo.

Bangladesh es un gran desconocido para la sociedad española. Es un país que nos evoca exotismo, vivos colores, tradición…, pero poco sabemos de su realidad social y política o de las condiciones en las que viven las mujeres.
La cierto es que Bangladesh es uno de esos países considerados “milagro” por los organismos económicos internacionales. Ha pasado de tener un índice de pobreza cercano al 50% a ser una de las economías que más crecen de Asia, lo que a su vez, ha permitido reducir considerablemente la inseguridad alimentaria y la mortalidad infantil, así como a mejorar sus servicios públicos, especialmente la salud y la educación.
No obstante, la desigualdad sigue creciendo. Las repercusiones socioeconómicas de la COVID-19 han agravado las situaciones de vulnerabilidad ya existentes y han creado un grupo de “nuevos pobres” en las zonas urbanas, donde las mujeres que trabajan en el sector informal son especialmente vulnerables.

Bishokha Roy

«He podido pagar los estudios a mis hijos”

Bishokha es una mujer artesana, viuda y madre de dos hijos. Es la segunda hija de cinco hermanos. Su padre, músico, mantuvo como pudo a su familia, pero el dinero era escaso y no alcanzó para que Bishokha pudiese completar sus estudios.

A finales de la década de los 2000, se unió a un “samity” (grupo de artesanas) que recibió formación para elaborar productos de yute. Eso le permitió ganar dinero para apoyar a su familia e incluso ahorrar. En 2009, su esposo murió repentinamente y ella tuvo que asumir todas las responsabilidades de la familia. Gracias a su trabajo, sus hijos han podido estudiar en la Universidad. Actualmente tiene una granja con veinte pollos. “Estoy muy agradecida a Corr the Jute Works por apoyarme durante mis momentos difíciles. Ahora soy yo la que enseñó a las mujeres que se unen a mi ‘samity”, concluye Bishokha.

Dipali Rozario

“Soy la que llevo el dinero a casa”

Dipali es una mujer de 36 años, casada desde los 14. Su marido trabajaba como repartidor, por lo que apenas entraba dinero en casa. Fue su suegra la que enseñó a Dipali a elaborar productos de yute y la animó a unirse a Corr the Jute Works. El matrimonio ahora tiene tres hijos, y es ella la que corre con todos los gastos familiares, incluidos los educativos. Dipali es una gran gestora: invirtió parte de sus beneficios en oro, que vendió cuando aumentó su valor; con ese dinero compró un terreno, y más tarde, una tienda. Pero lo que más feliz le hace es tener su propia casa. Dipali es todo un ejemplo de tesón y empoderamiento de la mujer bengalí.

Tara Moni

«El éxito siempre llega con valentía y paciencia”

Tara es madre de tres hijos y la orgullosa propietaria de una tienda. Su vida no fue fácil. Creció en una familia muy pobre de ocho miembros y, como tantas niñas bengalíes, tuvo que casarse muy joven, cuando apenas tenía 15 años. Su marido, Joseph, no podía hacerse cargo de los gastos de su familia con sus ingresos, por lo que ella comenzó a trabajar para Corr the Jute Works. Con el tiempo y gracias a un préstamo que Tara Moni devolvió en solo un año, consiguió abrir una tienda. El negocio va tan bien que su marido dejó su trabajo para atender la tienda. “El éxito siempre llega con valentía y paciencia”, asegura Tara Moni.