Un joven corredor de fondo senegalés relata su trayectoria vital desde su Senegal natal hasta su vida actual en Tenerife, donde compite en atletismo y practica el voluntariado.

 Lucas Izquierdo

La sabiduría popular nos dice que “es de bien nacido ser agradecido”, por lo que no es de extrañar que muchos de los voluntarios que colaboran con Cáritas hayan sido previamente ayudados en sus momentos de mayor necesidad.

Este es el caso de Sado Toure, un joven atleta senegalés que solo tenía 17 años cuando, junto a su hermano pequeño, se subió a una patera para intentar llegar a las Islas Canarias y ofrecer un futuro mejor a su familia, que vive en la extrema pobreza en un pequeño pueblo de Senegal.

Una travesía de largo recorrido

Era mediados de octubre de 2020 cuando emprendió una travesía de ocho días en patera. El viaje entre su país natal y la costa canaria fue durísimo, “una auténtica locura” que le ha marcado para siempre y del que le cuesta hablar. Sin embargo, “El Dorado” canario no resultó ser ese paraíso que relataban algunos chavales del pueblo de Sado que habían migrado a Europa. Después de pasar más de un año en un centro para menores extranjeros no acompañados en el Puerto de La Cruz (Tenerife) tuvo que dejar el centro y se encontró en la calle y sin recursos. La travesía continuaba.

Fue entonces cuando conoció a Cáritas Tenerife, que le prestó ayuda para poder subsistir y, con el apoyo del  Arciprestazgo de Tacoronte y junto a otros cinco jóvenes africanos, establecerse en un piso de alquiler en La Victoria (Tenerife). Una vivienda que le ayudan a pagar algunas familias que le conocen por su afición al atletismo. Y es que Sado es un excelente deportista y un atleta con un futuro muy prometedor. No en vano, bajo la dirección del prestigioso entrenador Andrés de la Rosa, fue el primer atleta sub’20 en el último Campeonato de España Absoluto, en la prueba de 5 kilómetros en ruta.

Ayudar a otros

Sado Toure, que es consciente de que la vida es como una carrera de fondo, trabaja en una finca y estudia para sacarse la ESO. Su sueño es llegar a ser atleta profesional, pero también convertirse en trabajador social. “La gente me ha ayudado mucho y yo quiero ayudar a otros”, apunta. De momento, ejerce como voluntario de Cáritas siempre que puede. Entre los estudios, el trabajo y los entrenamientos, Sado procura encontrar tiempo para ir al campamento donde están los migrantes para llevarles ropa, comida y otros artículos de primera necesidad, así como para darles ánimo y esperanza a través de su ejemplo.

Por ahora, este joven senegalés se muestra contento de residir en Tenerife, aunque no sabe dónde le llevará la vida. Su hermano Mamadou también vive en la isla. Allí estudia y practica atletismo, igual que Sado. “Ya veremos qué ocurre; todo depende de cómo nos vaya a mi hermano y a mí. Mientras podamos ganarnos la vida y ayudar a nuestra familia, aquí seguiremos”, concluye lleno de esperanza en el futuro.